martes, 20 de noviembre de 2007

Fin

Me dio por navegar por una página de la web de la emisora BBC. Se refería a leyes absurdas, locas, y me encontré con unas perlas, a cual más jugosa. Por ejemplo, una ley británica de 1887 que prohíbe que nadie se muera en el Parlamento. Otra califica como traición poner un sello en una carta con la silueta de la reina Isabel II cabeza abajo. En la ciudad de Liverpool es ilegal que las mujeres muestren los pechos en la vía pública, salvo si venden pescado tropical; entonces pueden enseñar sus tetas tranquilamente. Y, según la ley británica, si una mujer embarazada, que ande por la calle, necesita ir al baño y no encuentra dónde, puede orinar en cualquier sitio, incluso en el casco de un policía. Aunque lo más bestia es que en la ciudad de York, al norte de Inglaterra, la ley autoriza matar a los escoceses que sean encontrados por la parte antigua de la ciudad llevando un arco y flechas.
En EEUU no se quedan cortos y así, en Ohio, está prohibido emborrachar a un pez. En el estado de Vermont, las mujeres tienen que pedir permiso al marido para usar dentadura postiza. Y en Alabama, es ilegal vendar los ojos de alguien cuando conduce un vehículo. Ahora que para locura brutal la de una ley penal en Indonesia, que castiga la masturbación con la pena de decapitación, cortando la cabeza. ¡Perder la cabeza por una paja!
Esas leyes y normas podrían denominarse con más propiedad locuras, pero tienen un ramalazo de diversión, de humor absurdo incluso (salvo en Indonesia, claro, donde la ley citada es una salvajada incivilizada).
Doy un vistazo a mi país, esta España de mis dolores y quebraderos de cabeza, y me digo que aquí tal vez no haya leyes locas, pero sí conductas y acciones políticas (u omisiones) preocupantes, rechazables, repugnantes y condenables. Pero nadie con mando en plaza parece estar dispuesto a hacer nada. Conductas como permitir la calumnia, la conspiración contra los intereses mayoritarios, la falsedad y el embuste sistemático por parte de dirigentes de cierto partido muy conservador de cuyo nombre no quiero acordarme; conductas como las de ciertos locutores falsarios, groseros, maleducados y calumniadores, además de cobardes que se esconden tras el derecho a la libertad de expresión y se ocultan bajo las sotanas y las mitras de los obispos; de obispos que pretenden imponer (quieras que no) su moral (bastante rancia, por cierto) al tiempo que sacan tajada de los impuestos de todos (que el gobierno les da generosamente) para sus cosas y negocios (que sus fieles no financian como sería justo), jugando sucio los tales obispos en cuanto se les presenta la ocasión, mientras al gobierno (que se supone progresista y laico) sólo le falta poner la cama y ponerse la vaselina; de los mal denominados políticos o clase política (según qué majadero se refiera a los representantes electos de los ciudadanos) que han olvidado que los dueños del poder político somos los ciudadanos todos y actúan como si fueran los dueños del cotarro; de unos partidos políticos incapaces, estúpidamente miopes (y a veces cosas peores) que conseguirán que la mayoría de la gente deje de confiar en la democracia como el mejor sistema (o el menos malo de todos) para organizar la sociedad; de unos periódicos, televisiones y emisoras de radio cada vez más mercaderes, más frívolos, menos respetuosos de la verdad y más al servicio de intereses concretos (inconfesables a veces) y espurios…
Visto todo esto, consciente de que uno es un carroza ‘demodé’, un ciudadano que cree en la justicia, en la libertad (no sólo la mía y la de mis amigos y correligionarios), en la búsqueda de la verdad, en el respeto implacable de los derechos humanos de todos (incluidos los de quienes me caen como el culo), he decidido cerrar este blog.
Éste es el último escrito, porque, además, me temo que este blog no interesa un carajo a nadie, salvo a unas poquísimas personas allegadas con las que tengo relación frecuente y a las que puedo contar de viva voz lo que pienso o dejo de pensar sobre esto o aquello, o enviárselo por email.
En fin, es el fin de Tracomdra. Requiescat in pace. El muerto al hoyo y el vivo, al bollo. Hasta nunca.
Un último deseo de buena voluntad: que la fuerza (alguna fuerza) nos acompañe, que regresen e imperen la razón y la lucidez, y que las cosas nos vayan algo mejor (sólo algo mejor) a quienes moramos o habitamos en este país, en este continente, en este planeta Tierra).
O estaremos muy jodidos.
Amén.

domingo, 11 de noviembre de 2007

Pobreza y democracia

Me permito traer a este blog una noticia , probablemente desconocida por la gran mayoría de ciudadanos. Es ésta: la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que agrupa a los 30 países más ricos de la tierra, ha elaborado recientemente un informe en el que dice que en América Latina hay que repartir la riqueza generada por la bonanza económica, una bonanza que ya dura unos cuantos años. Es más, dice que ese reparto de riqueza ha de ser justo, porque de no hacerse así, el desencanto de la población podría afectar a su confianza en la democracia.
¡A buenas horas mangas verdes!
Lo cierto es que en encuestas recientes, los ciudadanos latinoamericanos que creen que la democracia es mejor que cualquier otro sistema político no llegan al 60%. Dicho de otro modo, un 40% opina que la democracia no sirve para organizar una sociedad de ciudadanos (y no de súbditos). Lo cual es grave.
¿Por qué será que los de la OCDE caen ahora del burro? ¿Tal vez porque en 2007 (en pleno siglo XXI, habiendo entrado en el tercer mileno de nuestra era) más de 200 millones de latinoamericanos viven en la pobreza (como el 40 ó 45% de la población)? Y eso, por más que en los últimos años, efectivamente, la región haya experimentado un fuerte crecimiento económico.
Bien venidos los genios de la OCDE al territorio de la gente que piensa y no se engaña. ¿Han necesitado veinte años de capitalismo neoliberal feroz para darse cuenta de que algo no funciona en el que pretenden el mejor mundo posible?
¿Y no se han parado a pensar qué relación pueda haber entre esas cotas de inicua desigualdad y pobreza y su malhadada política económica, que consideran dogma indiscutible? Pues deberían tomar nota de que el aumento de los índices de desigualdad se dispara precisamente cuando empieza el nefasto dogma neoliberal, el mal llamado ‘consenso de Washington’.
¿De qué desigualdad hablamos? Pues de una minoría forradísima, una mayoría que va tirando como le dejan y otra mayoría –los pobres- que las pasa como Caín. ¿Será casualidad?No, no lo es. En los veinte años mal contados que dura la imposición autoritaria de las directrices del ‘consenso de Washington’* hemos ido de mal en peor, incluidas tres crisis financieras considerables (por lo menos) que han perjudicado a millones de ciudadanos del mundo. De la última, por cierto, (la hipotecaria, originada en EEUU) aún no hemos salido.
Y todo ello con el agravante de que los corifeos, voceros y predicadores de tan nefasta visión del capitalismo (la neoliberal), como grandes medios de comunicación, líderes o presuntos lideres de opinión, cada vez caen más en el gravísimo error de asociar tan criticable sistema económico (que tan dolorosos resultados origina) con el sistema democrático, como si fueran consustanciales. Y nada más lejos de la verdad.
No sólo no es verdad, sino que democracia, además de votar a quien ejerza algún poder en un país, es respeto sin concesiones de los derechos humanos de los ciudadanos. Y un derecho irenunciable es la liberación del hambre y de la miseria, como formula el filósofo Emilio Lledó. Por tanto, si un sistema económico (el neoliberal, por ejemplo) provoca que muchos ciudadanos no puedan emanciparse de la pobreza, no sólo no puede asociarse automáticamente a la democracia sino que es antidemocrático.
Hace unos pocos años, un ex presidente del Banco Mundial, James Wolfensohn, dijo que había que “enterrar el Consenso de Washington”, a la vista de los resultados de su aplicación, e incluso el Foro de Davos (la reunión informal anual de los más ricos del mundo) reconoció en una pasada edición que “cada país debe aplicar la política económica y social que le convenga”, desautorizando el nefasto dogma del citado 'consenso'. Lo malo es que, cuando se dijo tal cosa en voz alta, fue con la boca pequeña. Para entonces ya se habían urdido poderosos intereses y cuajado indecentes alianzas que han generado y generan beneficios obscenos, casi pornográficos, a los que una minoría no está dispuesta renunciar. Una minoría muy minoritaria que controla el 80% de la riqueza de la Tierra.
Por eso, la liza continúa. Salvo que aceptemos el suicidio más o menos lento de la Tierra (y de los que la habitamos), que es lo único que tenemos con certeza: la vida y la Tierra. Y no me refiero específicamente al cambio climático, que también.

*El ‘consenso de Washington' lo forman diez directrices: Disciplina fiscal (pero no cesan de rebajar los impuestos a los más ricos). Reordenamiento de las prioridades del gasto público (que en estos veinte años casi siempre ha significado recortes sociales). Reforma Impositiva (lo que les decía, que los ricos cada vez paguen menos). Liberalización de las tasas de interés (que a menudo se traduce en que las grandes corporaciones financieras y bancos hagan los que les de la gana donde les de la gana). Una tasa de cambio competitiva (y ahí está el Banco Central Europeo obsesionado con la inflación y jorobando a ciudadanos más pequeñas y medianas empresas con su empecinamiento en no bajar los tipos de interés). Liberalización del comercio internacional (que significa que los países empobrecidos abran sus fronteras comerciales a los productos y servicios de los países ricos, pero no al revés. Liberalización de la entrada de inversiones extranjeras directas (¿necesitan alguna aclaración más respecto a este mandamiento de cumplimiento obligado?). Privatización (es decir que todo lo que sea público, estatal, es decir de todos, pase a ser de unos pocos). Desregulación (o sea, ninguna norma ni control para los grandes capitalistas financieros del mundo). Y, derechos de propiedad (ahí tenemos la salvajada de los derechos de propiedad de patente por algunas grandes compañías farmacéuticas, lo que ha perjudicado a muchos cientos de miles cuando no millones de enfermos).

domingo, 4 de noviembre de 2007

Otro asalto en Venezuela

Ha empezado un nuevo asalto en Venezuela. Otro (que lamentablemente no será el último) para derrocar a un gobierno democráticamente elegido que intenta distribuir mejor la riqueza, teniendo en cuenta a la mayoría de ciudadanos y no los intereses espurios de la minoría de siempre.
El presidente Chávez tal vez sea excéntrico, egocéntrico, ruidoso y con poca cintura diplomática, pero los posibles defectos personales no justifican la acusación de dictador vomitada desde las mentes bien pensantes que (permítanme que se lo diga abruptamente) en su puta vida se han preocupado de verdad por los demás, por esa inmensa mayoría que las pasa peor que Caín.
Respecto a la acusación de dictador que se vierte contra Chávez, recuerdo lo que dijo un miembro del gobierno de los EEUU, Thomas Shannon, secretario de Estado adjunto para América Latina, hace menos de un año: “Hugo Chávez, por más izquierdista que pueda ser visto, está actuando en un marco democrático aun cuando pueda ser autoritario de corazón. Y eso es positivo, es una cosa buena.”
No sé si Chávez, como dijo Shannon, sea ‘autoritario de corazón’, pero, de serlo, no significa nada. También muchos varones son polígamos de corazón, pero casi nunca hacen realidad su oculta tendencia ni su fantasía de poseer un harén.
Quienes quieren que Venezuela regrese a la situación de inamovible e injusta falta de equidad que ha sufrido durante siglos han iniciado un nuevo asalto, camuflados bajo el manto de un presunto espíritu democrático.
La cuestión es que desde hace unos días, una parte notable de los estudiantes se ha movilizado en Caracas para pedir que se atrase la fecha del referendo sobre la reforma constitucional, convocado para diciembre. Hasta aquí, todo normalmente democrático y los estudiantes están en su derecho de reivindicar lo que quieran. Pero lo que ya no es tan normal es que esas manifestaciones estudiantiles para pedir un cambio de fecha (no que el referendo no se celebre) se tornen incomprensiblemente violentas en una puesta en escena del viejo principio de acción-reacción. Algunos estudiantes atacan sin motivo a los policías con piedras, palos y lo que sea, y la policía reacciona así mismo con violencia. Es una magnífica foto para una prensa que cada vez es menos el cuarto poder que vigila que la democracia funcione y que está más y más al servicio de sus propietarios quienes, a su vez, forman parte de la minoría que controla la mayor parte de la riqueza del mundo. Y sí, además, hay un par de muertos, mejor que mejor. ¿Pedir que se atrase la fecha de una consulta democrática justifica que manifestantes vayan armados de palos y piedras a una manifestación?
Las noticias, fotografías y vídeos de la violencia en Caracas permitirán confundir aún más, para continuar transmitiendo el mensaje de que Chávez es un dictador. Agitar con violencia, alborotar y confundir ya lo hicieron con Salvador Allende, que intentaba que Chile fuera un poco más justo. Y consiguieron derrocarlo, iniciándose la peor dictadura latinoamericana, la del criminal Pinochet; una feroz dictadura, como ha quedado probado y documentado. En Venezuela, como pasó en Chile, junto con las violentas maniobras en la calle, se desata la ola de mentiras una tras otra, sin el menor pudor. De hecho ya lo ensayaron poco antes del afortunadamente fallido golpe de estado que intentó derrocar a Hugo Chávez en 2002.
Para algunos, la democracia sólo es auténtica cuando está a su servicio, al servicio de la minoría que detenta el poder económico, y uno de los pecados mortales de Chávez y su gobierno es que no han aceptado que la principal riqueza del país, el petróleo, fuera privatizada. También es un pecado mortal que intenten alternativas de organizar la economía para distribuir algo mejor la riqueza que no sea el ya demostrado nefasto neoliberalismo.
Muchos medios informativos de países democráticos (y ricos) cada vez presentan más a Venezuela como un país que deriva hacia el autoritarismo, aunque no puedan presentar ninguna prueba real de que eso sea así. Además, se oculta todo lo bueno que haya podido hacer el gobierno bolivariano y se magnifica y saca de contexto lo que le perjudica. O se miente pura y directamente. Qué curioso que no se oigan esas voces feroces de bien pensantes y repartidores de patentes de democracia de los países ricos contra China, cuyo congreso del partido comunista ha ratificado recientemente que en ese país no habrá democracia (estilo occidental lo han llamado).
O contra la Rusia de Putin donde se producen sin cesar muy graves violaciones de derechos humanos y penden inacabables sospechas sobre Putin y sus aliados y colaboradores por inexplicables asesinatos de opositores, espías huidos a occidente o periodistas.

Se podría parafrasear a aquel asesor de Bill Clinton en plena campaña electoral. “¡Es la economía, estúpido!”, cuando explicaba al candidato que se dejara de derechos, cultura y cosas así y se centrara en los asuntos económicos, que eso le daría votos. Aunque yo prefiero la frase con la que Al Capone respondía a las incertidumbres de sus lugartenientes en Chicago de los años 30 cuando le planteaban problemas para ellos, irresolubles: “Sigue la pista del dinero”. Si seguimos la pista del dinero, del dinero que ganan (¿lícitamente?) o quisieran ganar algunos, encontraremos la respuesta a las cuestiones y conflictos planteados en Venezuela.
Mira por donde, el gángster Capone tuvo su lúcido ramalazo de pensamiento marxista.

sábado, 20 de octubre de 2007

Este Tratado tampoco sirve

Habrán leído o visto en televisión el gran alborozo y despliegue de fanfarrias porque ¡por fin! se firma el Tratado constitucional de la Unión Europea (aunque creo que con otro nombre). Resueltos los molestos inconvenientes planteados por la negativa de los ciudadanos franceses y holandeses a ratificar el anterior Tratado en sendos referendos, tal parece que, a partir de ahora, se resolverán todos los problemas de la Unión Europea.

Pero mucho me temo que no sea así. Para empezar, como en la UE todo hay que hacerlo por unanimidad, se le han hecho concesiones al Reino Unido (para variar), y, además, a Polonia. O sea que Unión Europea tal vez, pero menos, para que vamos a engañarnos.
Varias organizaciones ciudadanas de ámbito europeo o nacional ya han manifestado su desacuerdo, su oposición a ese nuevo documento, porque se mantienen las razones que hubo para oponerse al anterior Tratado.
También para hacer boca, les revelaré que el nuevo Tratado se ha cocido entre unos poquitos. ¿Y el Parlamento Europeo? Bien, gracias, pero no le han dejad decir ni mu.
En algo que afecta a casi quinientos millones de ciudadanos, apenas han metido la cuchara unos pocos centenares de personas. Por supuesto, políticos profesionales y sobre todo altos funcionarios. No diré que tuviéramos que haber participado directamente los cientos de millones de habitantes de la UE, pero ni siquiera los parlamentos nacionales (formados por nuestros representantes políticos, ésos a los que mantenemos o no en el puesto con nuestro voto) han podido decir ni esta boca es mía en la redacción del nuevo tratado. A los parlamentos nacionales sólo se les permite que ahora (que está todo escrito y decidido), digan sí o no, pero sin poder debatir nada ni introducir el menor cambio en el texto propuesto. Y, por supuesto, nada de referendos para que los ciudadanos (que creo recordar vagamente que en democracia son los poseedores del poder político) digan si les parece bien o no el nuevo Tratado.
A continuación, y para seguir con la ilusión, el nuevo Tratado mantiene la confusión entre los poderes que gobiernan la Unión Europea. Y, por si fuera poco, el Parlamento Europeo queda en realidad reducido a algo parecido a aquella desleída institución propia de las monarquías, que se resistían a dejar de ser absolutas durante el siglo XIX, y creaban una especie de cámaras consultivas. Algo propio también de los regímenes autoritarios, por cierto.
¿Cómo me atreves a decir tal enormidad, rojo descastado, antieuropeísta?, tal vez vocifere alguien. Pues sencillamente, porque el flamante Parlamento Europeo continúa careciendo de capacidad legislativa y de control real del ejecutivo, que es lo que caracteriza a un parlamento que s precie y no de figuración. Dicho de otro modo, el Parlamento Europeo no puede aprobar leyes que obliguen a todos los que formamos la Unión Europea ni tampoco pueden derribar la Comisión, que es como el gobierno de la Unión. Algo que sí hacen o pueden hacer los parlamentos nacionales.
Además, para que nuestra desdicha de ciudadanos sea total, los parlamentos nacionales no pueden pronunciarse sobre los proyectos de Directivas, que son las directrices que elabora y aprueba la Comisión, y ésas sí que obligan. Con lo que nos encontramos que el órgano ejecutivo de la Unión (la dicha Comisión), en la práctica posee capacidad legislativa, además dela ejecutiva. Lo que se le niega al Parlamento. Algo que -insisto- encontramos en los sistemas no democráticos.
Además, el pretendido nuevo Tratado continúa en la línea de “mantenella y no enmendalla” al promover pura y simplemente esa política económica obligatoria que se conoce en nuestros días como neoliberalismo que, entre otras características, aparta cuanto puede al Estado de las decisiones de control económico, tan necesarias en muchos casos para bien de los intereses de la mayoría de los ciudadanos, únicos que interesan (o deberían interesar) en democracia. Además, el Banco Central Europeo (BCE), continúa escapando a cualquier control democrático.

En fin, que los dioses nos pillen bajo techado, porque esto puede ir a peor. Y no se desanimen, porque siempre podemos resistir, burlarnos de ellos, además de no creerlos ni considerarlos respetables ni honorables como quieren. Y tenemos Internet para que nuestra protesta se escuche. Amén.

jueves, 18 de octubre de 2007

Cobardes con uniforme

La Junta Militar birmana arrestó a cinco generales y a más de 400 soldados por negarse a disparar y golpear a los monjes budistas y a otros participantes en las protestas de las últimas semanas en Rangún, informó hace unos días el diario indonesio The Jakarta Post.
Los ‘milicos’ no agotan mi capacidad de sorpresa. Arrestan a 5 generales y a medio batallón por comportarse con decencia, por no actuar como unos miserables cobardes, que es la calificación que hubieran merecido de haber disparado contra ciudadanos inermes, indefensos.
Fíjense que en el ámbito militar menudean las llamadas al valor, al heroísmo, pero al fin y a la postre muchos militares profesionales suelen ser unos cobardes de tomo y lomo. ¿O no es cobardía de la peor ralea disparar, golpear, torturar a los ciudadanos que uno se comprometió a defender? Porque, ¿qué otra puñetera cosa es la patria, a la que muchos militares invocan sin cesar, más que el conjunto de sus ciudadanos?
Durante el siglo XX (Brasil, Uruguay, Paraguay, Chile, Argentina…) pudimos averiguar y conocer en demasiadas ocasiones el cobarde espectáculo de ejércitos actuando contra su pueblo, disparando contra sus ciudadanos. Cómo hizo el nefasto Franco en España.
Los militares birmanos forman parte ya por meritos propios muy destacados del repugnante cuadro de honor de militares traidores a los ideales que proclaman, al pueblo que juraron defender.
Y la llamada comunidad internacional, los países democráticos desarrollados y ricos, ¿qué hacen ante las violaciones de derechos y crímenes de la dictadura militar birmana? Bien, gracias; la familia, también bien.

martes, 16 de octubre de 2007

Neofranquistas, mal que les pese

Jaime Mayor Oreja, un peso pesado del partido que preside Rajoy, que fue ministro del Interior en el gobierno de Aznar, se niega en redondo a condenar el franquismo.
En una entrevista publicada en La Voz de Galicia del 24 de octubre, Mayor Oreja respondió así a la pregunta de ¿por qué le cuesta tanto al Partido Popular condenar el franquismo? "Porque forma parte de la historia de España. ¿Cómo voy a condenar lo que, sin duda, representaba a un sector muy amplio de españoles?".
El periodista replicó que, por la misma regla, no habría que criticar el nazismo porque muchos alemanes lo apoyaron. "En la guerra hubo dos bandos y en el nazismo sólo uno", insiste Mayor. ¿Y en la dictadura?: "También hubo dos bandos, porque el franquismo fue consecuencia de una guerra civil en la que hubo dos bandos. No es lo mismo que el régimen nazi, donde había un solo verdugo".
Mayor no condena el franquismo "por muchas razones". "¿Por qué voy a condenar yo el franquismo –dice-, si hubo muchas familias que lo vivieron con normalidad y naturalidad? Algunos dicen que las persecuciones en los pueblos vascos fueron terribles. Era una situación de extraordinaria placidez. Dejemos las disquisiciones sobre el franquismo a los historiadores".
Para acabar de rematarlo, Acebes, secretario general del PP, no ha desautorizado a Mayor Oreja; al revés. "Lo que ha dicho Jaime Mayor es que este debate, que divide y enfrenta a los españoles, es un debate del pasado que incumbe a los historiadores".
Una de las capacidades de los seres humanos (los animales que son capaces de hablar; los monos no pueden) es que pueden hacer con las palabras lo que les dé la gana, aunque nada tengan que ver con acercarse a lo que es, a lo que hay, a la verdad. Eso es justamente lo que hacen Mayor Oreja y Acebes.
Yo no sé que opinan ustedes, pero, para este escribidor, tan lamentable noticia no hace otra cosa que confirmar algo de lo que estoy convencido desde hace años: los del PP son o no pueden evitar ser neofranquistas, si utilizamos el prefijo neo para describir un nuevo modo de entender el franquismo, adaptado a los tiempos actuales.
En algún lugar de mi ordenador, tengo una carpeta en la que he recogido durante los últimos años gestos, palabras, acciones y omisiones de gentes del PP que atufan a simpatía por el franquismo o actitudes y sentimientos parejos o análogos. Y hay un montón, se lo aseguro. Por eso siempre digo que no hay equidistancia entre lo que haga o diga el PP y el resto de partidos. Ellos son los sucesores de aquel dictador y de buena parte de su ideología, y merecen el trato de tales.
¿Qué es si no ese reciente envolverse en la bandera roja y gualda del señor Rajoy? Una sucia y torpe utilización del sentimiento nacional, tal como hizo el franquismo.
Un apunte sobre lo declarado por el señor Mayor Oreja. Eso de que en Alemania sólo había un verdugo, el nazismo, y en España durante la dictadura había dos bandos, es una falacia. En España durante la dictadura, había también un verdugo; un sistema represor que nada tenía que envidiar al nazi o fascista de Italia. Y había un pueblo empobrecido, dominado y adormecido o asustado, y una resistencia democrática reducida (respecto al total del pueblo) y ferozmente represaliada. Eso no son dos bandos. Son un verdugo y un pueblo derrotado.

lunes, 8 de octubre de 2007

Bush veta

El presidente estadounidense, George Bush, recientemente vetó una ley que ampliaba la asistencia médica gratuita a millones de niños de EEUU que no tienen seguro de salud. La ley no se aprobó por pelos, sino que fue votada por todos los demócratas y buena parte de los republicanos en el Congreso. Como es sabido, en EEUU el presidente tiene derecho de veto sobre leyes que aprueben el Congreso y el Senado.
La razón esgrimida por el señor Bush para vetar esa ley es que su aplicación (atención médico-sanitaria para todos los niños del país) “es demasiado costosa”. Por voluntad de Bush, no hay atención sanitaria infantil gratuita en EEUU. Sale cara, dice.

Veamos. La guerra de Afganistán, que desató Bush, le costó a EEUU 100.000 millones de dólares. La guerra de Irak, según informó el diario New York Times, le cuesta a la nación estadounidense 300 millones de dólares diarios. Es decir, 9.000 millones mensuales, 108.000 millones anuales. Llevan cuatro años de guerra, ergo, posiblemente el señor Bush se haya gastado ya unos 400.000 millones de dólares en su guerra.
Si recordamos que el presupuesto general del estado de España para 2008 es de casi 315.000 millones de euros (unos 440.000 millones de dólares), concluiremos fácilmente que el señor Bush se está puliendo en la guerra de Irak lo que un país como España (45 millones de habitantes, octava o novena potencia económica mundial) dedica a todos los gastos e inversiones del estado en un año.
No sé en este momento cuanto costaría anualmente que todos los niños y niñas de los EEUU tuvieran asistencia médica gratuita, pero seguro que mucho menos que la guerra de Irak, aparte de otras consideraciones éticas. Aunque, eso sí, de gastarse esa enormidad en los niños en lugar de hacerlo en gasto bélico, entonces no se forrarían las grandes empresas y corporaciones constructoras de aviones de combate, tanques, misiles, bombas de todo tipo y un considerable etcétera de la industria de la destrucción.
Tal vez quien esto lea se sienta desconcertado, incluso impotente ante una salvajada como la denunciada: privar de atención sanitaria a los niños más pobres para poder continuar manteniendo una guerra injusta, ilegítima y estúpida; estúpida porque logra lo contrario de lo que dicen pretender: acabar con el terrorismo de origen islamista.
Pero, a pesar de todo, siempre se puede hacer algo: tener las ideas claras y explicar en nuestro entorno lo que pasa de verdad. Con libertad y convicción. Y mantener también una actitud permanente de desprecio total hacia los sujetos responsables de tales canalladas. Como Bush. Eso, a plazo medio o largo, da resultados. Y, sobre todo, nos mantiene cerca de la verdad, es decir, de lo que hay, de lo que es, de lo que pasa en realidad, no de lo que nos quieren vender por vaya usted a saber qué oscuros e indecentes intereses.

sábado, 6 de octubre de 2007

El franquismo que no cesa

La familia Franco, los herederos del dictador se han lanzado a una batalla legal para defender sus “derechos constitucionales”, dicen. Como dicen en Andalucía, ¡manda cojones! o en Galicia ¡manda carallo! Resulta que los herederos del dictador son demócratas de toda la vida; lo han de ser si esgrimen que hay algo que se llama derechos constitucionales.
Esto viene a cuento de que la Xunta de Galicia (de talante digamos progresista o, por lo menos, no caciquil y conservador como la presidida durante décadas por Fraga Iribarne) quiere que el Pazo de Meirás (propiedad obtenida por el dictador en plena guerra civil) pueda ser visitada por los ciudadanos que lo deseen, como se visita la catedral de Santiago. Los Franco se oponen con ferocidad.

Esta sorprendente noticia (para mí lo es por semejante desfachatez) me sugiere algunas reflexiones. ¿Sería de recibo en Alemania que descendientes directos del dictador Hitler osaran pleitear por conservar una propiedad probablemente ilegítima? ¿O en Italia, nietos de Mussolini? Una nieta de Mussolini (Alessandra de nombre, creo) se metió en política y eso, en principio y en democracia, no se puede vetar, pero pretender conservar el botín de guerra contra viento y marea es de una cara dura cósmica.La segunda reflexión es que de aquellos polvos (una Transición mal llevada) vienen estos lodos.
En Alemania y en Italia, tras la segunda guerra mundial, se exigió una rendición de cuentas a los responsables de la construcción y mantenimiento de las respectivas dictaduras con todas sus salvajadas. No fue total ni perfecta, pero la hubo. En España no sólo no hubo nada de nada tras la muerte del dictador, sino que se permitió participar en la gestión de la Transición a algunos que fueron parte (como inductores o responsables) de la represión dictatorial de mano de hierro; como el citado Fraga, entusiasta ministro de Gobernación, como se llamaba antes a Interior. Y sé de lo que hablo, porque yo estaba allí.
Ahora, la desvergüenza de la familia Franco remacha un clavo más en el despropósito de mantener cierta cultura franquista. Ahí están también los ilustres obispos pretendiendo organizar un acto de masas contra la II República en la canonización o beatificación de una tacada de quinientos presuntos mártires, creo que para 2008 en el Vaticano.
He sido uno de los primeros en enfrentarme con la palabra a los crímenes cometidos durante la República por la debilidad de la misma o por la malevolencia de algunos de sus integrantes, pero de eso a pretender que todos los asesinados (y digo bien, asesinados) por ser católicos o sacerdotes sean mártires...
Aparte de que a este escribidor, ciertas categorías clasificatorias de la Iglesia Católica lo dejan indiferente. Lo que quiero decir es que me temo que lo que de verdad interesa a los epíscopos es ofrecer con gran fanfarria su sesgada, interesada y mal intencionada visión de la guerra civil y de la actuación de la República. Por cierto, el ejército de Franco fusiló a unos cuantos sacerdotes vascos (que asistían espiritualmente a las tropas vascas republicanas, pero católicas). ¿Los piensa canonizar también la jerarquía episcopal española? Carrasco Formiguera, abogado catalán muy católico y diputado republicano, fue fusilado en 1938 en Burgos por orden del dictador sin haber cometido delito alguno, salvo ser leal a la legítima República. ¿Tiene previsto canonizarlo la conferencia episcopal? Hubo más católicos, leales a la República, que fueron ferozmente represaliados, inluido el asesinato. No me consta que la Santa Madre Iglesia Católica tenga la menor intención de promover su beatificación y posterior canonización.
Este país, España, no saldrá adelante en tanto no deje atrás del todo el franquismo; hasta que no entierre del todo el más leve resto. Por ejemplo, toda esa bazofia de irracionalidad nacionalista españolista que esgrime el PP en su intento de recuperar el poder, y muy especialmente lo hace su ex presidente, el siniestro y mediocre Aznar (Ánsar para los amigos íntimos como Bush). Griterío "españolísimo" que es el mejor modo de hacer crecer los llamados nacionalismos periféricos, por cierto.
Al final, resulta que los neofranquistas (porque es lo que son) tienen algo en común con los dinosaurios del comunismo (por ejemplo los maoístas): ambos creen que cuanto peor, mejor. Para sus fines, claro.