
Habrán leído o visto en televisión el gran alborozo y despliegue de fanfarrias porque ¡por fin! se firma el Tratado constitucional de la Unión Europea (aunque creo que con otro nombre). Resueltos los molestos inconvenientes planteados por la negativa de los ciudadanos franceses y holandeses a ratificar el anterior Tratado en sendos referendos, tal parece que, a partir de ahora, se resolverán todos los problemas de la Unión Europea.


Pero mucho me temo que no sea así. Para empezar, como en la UE todo hay que hacerlo por unanimidad, se le han hecho concesiones al Reino Unido (para variar), y, además, a Polonia. O sea que Unión Europea tal vez, pero menos, para que vamos a engañarnos.
Varias organizaciones ciudadanas de ámbito europeo o nacional ya han manifestado su desacuerdo, su oposición a ese nuevo documento, porque se mantienen las razones que hubo para oponerse al anterior Tratado.
También para hacer boca, les revelaré que el nuevo Tratado se ha cocido entre unos poquitos. ¿Y el Parlamento Europeo? Bien, gracias, pero no le han dejad decir ni mu.

En algo que afecta a casi quinientos millones de ciudadanos, apenas han metido la cuchara unos pocos centenares de personas. Por supuesto, políticos profesionales y sobre todo altos funcionarios. No diré que tuviéramos que haber participado directamente los cientos de millones de habitantes de la UE, pero ni siquiera los parlamentos nacionales (formados por nuestros representantes políticos, ésos a los que mantenemos o no en el puesto con nuestro voto) han podido decir ni esta boca es mía en la redacción del nuevo tratado. A los parlamentos nacionales sólo se les permite que ahora (que está todo escrito y decidido), digan sí o no, pero sin poder debatir nada ni introducir el menor cambio en el texto propuesto. Y, por supuesto, nada de referendos para que los ciudadanos (que creo recordar vagamente que en democracia son los poseedores del poder político) digan si les parece bien o no el nuevo Tratado.

A continuación, y para seguir con la ilusión, el nuevo Tratado mantiene la confusión entre los poderes que gobiernan la Unión Europea. Y, por si fuera poco, el Parlamento Europeo queda en realidad reducido a algo parecido a aquella desleída institución propia de las monarquías, que se resistían a dejar de ser absolutas durante el siglo XIX, y creaban una especie de cámaras consultivas. Algo propio también de los regímenes autoritarios, por cierto.
¿Cómo me atreves a decir tal enormidad, rojo descastado, antieuropeísta?, tal vez vocifere alguien. Pues sencillamente, porque el flamante Parlamento Europeo continúa careciendo de capacidad legislativa y de control real del ejecutivo, que es lo que caracteriza a un parlamento que s precie y no de figuración. Dicho de otro modo, el Parlamento Europeo no puede aprobar leyes que obliguen a todos los que formamos la Unión Europea ni tampoco pueden derribar la Comisión, que es como el gobierno de la Unión. Algo que sí hacen o pueden hacer los parlamentos nacionales.

Además, para que nuestra desdicha de ciudadanos sea total, los parlamentos nacionales no pueden pronunciarse sobre los proyectos de Directivas, que son las directrices que elabora y aprueba la Comisión, y ésas sí que obligan. Con lo que nos encontramos que el órgano ejecutivo de la Unión (la dicha Comisión), en la práctica posee capacidad legislativa, además dela ejecutiva. Lo que se le niega al Parlamento. Algo que -insisto- encontramos en los sistemas no democráticos.
Además, el pretendido nuevo Tratado continúa en la línea de “
mantenella y no enmendalla” al promover pura y simplemente esa política económica obligatoria que se conoce en nuestros días como neoliberalismo que, entre otras características, aparta cuanto puede al Estado de las decisiones de control económico, tan necesarias en muchos casos para bien de los intereses de la mayoría de los ciudadanos, únicos que interesan (o deberían interesar) en democracia. Además, el Banco Central Europeo (BCE), continúa escapando a cualquier control democrático.


En fin, que los dioses nos pillen bajo techado, porque esto puede ir a peor. Y no se desanimen, porque siempre podemos resistir, burlarnos de ellos, además de no creerlos ni considerarlos respetables ni honorables como quieren. Y tenemos Internet para que nuestra protesta se escuche. Amén.
1 comentario:
Cada vez entiendo menos este entramado de la Unión Europea. ¿No será que lo hacen tan compleja, para que a la hora de votar una Constitución Europea, el ciudadano que paga impuestos, se vaya a la playa, o peor aún, como los componentes del grupo musical "Los del Rio", que votaron SI al documento porque lo decían los políticos, y ellos saben mucho de leyes?... Lo que hay que oir, Dios mio. Bsos. Vicky.
Publicar un comentario