jueves, 28 de junio de 2007

Al servicio de los más ricos

Al leer que el señor Rato dice que en septiembre deja la gerencia del FMI por razones familiares, y caer en la cuenta de que el señor Wolfowitz está a punto de ser cesado como presidente del Banco Mundial por aprovecharse del cargo y querer favorecer a su novia, me vienen a la memoria algunas cosillas que vale le pena saber de ambas instituciones internacionales. Cosas que, entre otros, denunció Eric Toussaint, presidente del Comité por la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo, sobre el papel real del Banco Mundial y el FMI desde que nacieron.
Toussaint ha demostrado documentalmente (El golpe de estado permanente. Ediciones Viejo Topo) que ambas instituciones han apoyado a los peores dictadores, siempre y cuando fueran aliados del gobierno de EEUU y delos otros países más ricos. Y ha expuesto que Banco Mundial y FMI también han puesto su granito de arena para derrocar gobiernos que se caracterizaron por intentar que en sus países hubiera más justicia distibutiva, como el de Joao Goulart en Brasil (1961-64) o Salvador Allende en Chile (1970-73).
A pesar de que muchos comentarista, consideran que el Banco Mundial (BM) es un instrumento de desarrollo, Toussaint demuestra que en realidad es una herramienta más de la política exterior de EEUU. El BM interviene directamente en la vida política de los países miembros (algo que ne debería hacer), pero siempre en los del llamado Tercer Mundo, no en los otros.
Y, a través de la extorsión que supone ser parte esencial en el pago de la deuda exterior de los países empobrecidos, el Banco Mundial interviene en decisiones políticas que sólo deberían ser responsabilidad de los gobiernos de los países endeudados. Por ejemplo, cuando, en 2005, el actual presidente de Ecuador, Rafael Correa, era ministro de Finanzas, quiso elaborar una política presupuestaria que utilizara la mayor parte de ingresos del petróleo en gastos sociales. Pues bien, el Banco Mundial exigió acabar con esa política, el ministro se negó y el Banco Mundial, conjuntamente con el FMI, presionó y maniobró hasta conseguir que ese ministro dejara de serlo.
Por otra parte, una política esencial del Banco Mundial es forzar privatizaciones en los países empobrecidos (esos que ahora se llaman en sutil eufemismo ‘países en desarrollo’), cuando éstos necesitan préstamos de dicho BM. ¿Quieres dineiro? Pues privatiza.
Tras dos décadas de privatizaciones, sabemos que privatización significa que las empresas esenciales de los países endeudados son compradas por las grandes corporaciones transnacionales de los países ricos y pasa lo que pasa. Las empresas igual van bien, pero elpaís se jode.
Privatización significa también convertir la salud, la educación, el agua y otros servicios fundamentales en mercancías. BM y FMI lo justifican diciendo que entran a formar parte del mercado y que el mercado lo regula todo. ¿Cómo pueden ser tan burros (si se lo creen) o tan falaces tras un cuarto de siglo en el que no cesamos de ver los terroríficos resultados de las privatizaciones perpetradas? Tal vez haya que esperar otro cuarto de diglo para ver resultados.
¿Y la acusación de apoyo a las dictaduras? Tal vez en los años sesenta u setenta… Y ahora también. ¿No son dictaduras Pakistán, Guinea ex española, Chad y algunas repúblicas ex soviéticas impronunciables, a los que el Banco Mundial considera buenos clientes? Que más da que no haya libertad ni respeto de los derechos humanos si hay petróleo.
Eran más decentes los gangsters de Chicago en tiempos de Al Capone. Ellos no ocultaban que iban a lo suyo, a enriquecerse como fuera y a costa de lo que fuera. Ahora, el Banco Mundial y el FMI intentar parecer honorables, pero son como esos abogados indignos que defienden clientes canallas porque sacan tajada. En plata: el Banco Mundial y el FMI defienden en realidad los intereses de las potencias más ricas que, para contarlas, nos sobran dedos de las dos manos. Y a los números y datos me remito.

miércoles, 27 de junio de 2007

Esconder la cabeza bajo el ala

En un diario digital veo la fotografía de dos sujetos con la cara pintada de colores y bocas abiertas en descomunal berrido, que ilustra una crónica sobre la Copa América de fútbol. Me viene a la memoria la celebración del triunfo en la Liga del Real Madrid en la fuente Cibeles, a la que acudió un millón de personas. Comprendo que pueda gustar el fútbol, (cuando se juega bien y no a la italiana), pero no hasta el punto de convertirlo en el centro de la vida y sumidero psicológico.
Esto viene a cuento de manifestaciones de irracionalidad, de fidelidad incondicional, de entrega casi servil de los hinchas. Recientemente fui testigo de un espectáculo de tal irracionalidad. Un nutrido grupo de varones veía en tele de pago de un establecimiento el partido que enfrentó al Barcelona con el Español y acabó en empate. Los sujetos celebraron el empate como un campeonato de Europa, aunque el Español no se jugaba nada y nada conseguía con ese empate… Salvo que el Barcelona quedaba descabalgado de la posibilidad de conseguir el campeonato de Liga. Vaya por delante que se me da una higa que el campeón de Liga fuera el Barça u otro.
Lo sorprendente fue que aquellos seguidores del Español estuvieron hora y media celebrando… que el equipo de fútbol del Barcelona no consiguiera la Liga. Me sorprendió el intenso rencor que manifestaron aquellos individuos en la exteriorización de su alegría. Luego pensé que la mayoría de aquellos sujetos podían ser clasificados (como dicen algunas películas yanquis) como ‘perdedores’, cuya vida era complicada cuando no jodida. Pero eran incondicionales seguidores de sujetos con la vida más que solucionada por dar patadas a un balón (cuando se las dan).
Creo que los psicólogos llaman a eso ‘transferencia’: uno se proyecta sobre una persona o entidad para sentirse mejor con los triunfos y éxitos de ésos. Tal vez funcione, pero es una miserable, patética, penosa y cobarde huida de la realidad que (y eso es lo peor) no resuelve nada sino lo empeora. La táctica del avestruz que, cuando le acojona algo, esconde la cabeza bajo el ala.
Yo prefiero llamar a ese fenómeno algo así como tener corazón de siervo o alma de esclavo. Tal vez porque estoy archiconvencido de que lo más importante del ser humano después de la vida es la dignidad y, si se pierde la dignidad, la vida se devalúa.
Con la cantidad de tremendos y graves problemas que sufrimos hoy en día, mejor sería dedicar las energías a enfrentarse a esos problemas y no a celebrar las victorias de un montón de tíos con pantalón corto. Carlos (Karl para los allegados) dijo hace un siglo y medio que la religión era el opio del pueblo. Lo fue y lo es para muchos, pero en nuestros días ese papel de anestésico lo cumple ampliamente el fútbol. ¡Ah! Y la tele basura.






domingo, 24 de junio de 2007

No es oro todo lo que reluce

Sepan ustedes, que no es oro todo lo que reluce. A pesar de que titulares de prensa proclamaban hace unos días que “Los salarios crecieron en España un 4,3%, el mayor ritmo en cuatro años", lo realmente cierto es que según la OCDE (que no es precisamente un organización sindical de izquierdas que barra para la cosa del rojerío), el salario medio real de los españolitos perdió un 4% de su poder adquisitivo desde 1995 a 2005. Lo curioso es que en esos mismos diez años, los beneficios empresariales aumentaron un 73%.
Según Raymond Torres, jefe Análisis y Políticas de Empleo de la OCDE "España ha creado empleo a un ritmo espectacular en los últimos años". Pero, según la Encuesta de Condiciones de Vida del Instituto Nacional de Estadística (INE), el constante crecimiento de nuestro país desde hace más de una década (con un crecimiento anual superior al 3%) ha generado un aumento de la desigualdad.
Entonces ¿para qué queremos el crecimiento económico?, pues según el mismo INE, quien se ha beneficiado de ese dichoso crecimiento económico es apenas un 20% de la población. ¿Y el 80% restante?
Cuando se plantean estos problemas reales como la vida misma, desde los ámbitos del poder político y económico se suele responder, como hacía cierto ministro de uno de los Gobiernos del señor Felipe González, que primero hay que hacer crecer la tarta, aunque eso suponga algunos sacrificios, para poder repartirla después.
Lo tremendamente puñetero es que llevamos treinta años con ese cuento y, vistos los datos y cifras (incluso oficiales) no tenemos más remedio que concluir que vamos hacia atrás como los cangrejos. Y de repartir la tarta crecida, nada de nada. Que unos pocos miles, por suerte o por sinvergonzonería, se incorporen a la clase media-alta, es un dato irrelevante, una ventosidad mal oliente, si somos conscientes de que somos 45 millones de habitantes.
El señor Zapatero debiera tomar buena nota de estos datos y cifras y lo que significan, si es tan progresista como dice. Lo lamentable, es que los que aspiran al relevo son aún peor. Tal vez los ciudadanos, algunos ciudadanos, unos miles o decenas de miles a ser posible, debiéramos empezar a plantar cara a este injusto estado de cosas que nadie pone en cuestión, una situación de injusticia y desigualdad creciente que se esclerotiza, precisamente porque nadie pone en cuestión.
Quien ha retratado todo esto de forma magistral es el dibujante humorista El Roto (antaño Ops): Una mujer con cara de sorpresa, de no entender nada, frente a una tarta, un pastel: “Si la tarta es cada vez mayor, ¿Por qué las raciones son cada vez más pequeñas?
Ciertamente, éste no es el mejor de los mundos o ¿aún no nos hemos dado cuenta?

martes, 19 de junio de 2007

Desinformación y ruido informativo

Según denuncia el periodista y escritor Thierry Meyssan, presidente de la Red Voltaire (portal de Internet que agrupa a numeroros periódicos de todo el mundo de prensa no alineada), existen unidades especiales de los ejércitos de Israel, EE UU y Reino Unido cuyo objetivo es "difundir rápida y extensamente noticias falsas, que sean muy comentadas, pero nadie verifique". Así crean un formidable "ruido informativo que capta la atención de personas sin espíritu crítico", para formar un estado de opinión que les facilite alcanzar el objetivo trazado sin necesidad de recurrir a la fuerza.
Ese parece ser el caso de medios informativos afines al PP, de asociaciones creadas por ellos (de víctimas del terrorismo o la FAES) y abogados a su servicio. No sé si han sido aleccionados por expertos de los grupos citados en el primer párrafo, pero actúan del mismo modo.
La derecha ultramontana, heredera directa (e incluso fisiológica en casos) del franquismo, no aceptó ser democráticamente descabalgada del gobierno de la nación y, tras superar la sorpresa, empezó a jugar sucio con este argumento: hemos perdido las elecciones, porque dijimos que ETA era responsable del atentado del 11 M. Hagamos que parezca la autora o cómplice necesaria. Y empezó un feroz ataque de falsedades, insultos y embustes puros que han llegado a empañar el juicio a los acusados del peor atentado terrorista sufrido en España.
Llevamos tres años y meses sometidos a un persistente ataque de mentiras, cobardías y miserias que pretenden establecer contra toda lógica, razón y verdad que el atentado que costo la vida a casi doscientas personas tuvo que ver con ETA. La guinda ha sido el alegato final del indigno abogado de la Asociación de Víctimas del Terrorismo, quién ha vuelto a cuestionar la autoría de Al Qaeda en los atentados de Madrid. La razón para sostener tan infame tesis es que "Osama Bin Laden no ha sido procesado". Y ha rematado su falaz informe final con un mentiroso “todavía no sabemos” si ETA está implicada en los atentados.
En el sumario y juicio consiguiente, presidido por un magistrado enérgico (pero muy conservador, por cierto, el señor Bermúdez) no ha habido ni el menor indicio que relacione a los descerebrados de ETA con el atentado del 11 M. Pero ellos, erre que erre. Ahora, además, a la campaña de marear la perdiz se suma ABC, un periódico conservador que mantenía una actitud beligerante sin recurrir al engaño. Sostiene sin prueba ni indicio (como el mentiroso El Mundo) que un alto cargo del gobierno se reunió con ETA en plena campaña electoral: Todo el ruido informativo posible con un objetivo: marear al electorado para que una parte se abstenga por aburrimiento (los más progresistas o, simplemente, demócratas de verdad) y el PP consiga el gobierno de la nación con los votos de su electorado presuntamente fiel.
¿No hay asuntos más importantes en este país sobre los que controlar al gobierno? Si tanto les pone lo del terrorismo a los del PP, ¿por qué no se preocupan del peligro real que nos amenaza, del terrorismo de origen islamista?


viernes, 15 de junio de 2007

Arrimar el hombro contra el desastre

Saramago ha dicho recientemente que los ciudadanos debemos “perder la paciencia y demostrarlo ante un mundo que corre hacia el abismo, incapaz de cuestionar las limitaciones de una democracia gobernada por los ricos”.
Estoy de acuerdo al ciento por ciento con el premio Nóbel portugués. Lamentablemente. Conflictos armados que no cesan; millones de personas desplazadas; feroces guerras civiles inacabables (Irak, Palestina, Sudán, África central, suma y sigue); la pobreza que no cesa (y alcanza ya a los países ricos); crece la desigualdad; se mantienen los paraísos fiscales (cómplices necesarios del terrorismo, el crimen organizado y la corrupción más brutal); mueren las mujeres con violencia en todo el mundo; nos cargamos el planeta… Pero que nadie se llame a engaño: ese desastre tiene que ver con lo que también denuncia Saramago, que vivimos un mundo más o menos democrático, pero férreamente dirigido por organismos que en absoluto son democráticos, pero que mandan mucho y lo que deciden afecta a miles de millones de seres humanos. Organismos dirigidos por y para los ricos.
La última guinda del espíritu democrático de tales organismos que nos amargan la vida ha sido la designación del nuevo presidente del Banco Mundial para sustituir a Wolfowitz directamente por Bush. ¡Ya ni disimulan! Organismos como el FMI, el Banco Mundial, la Organización Mundial del Comercio, que nadie ha elegido, que se eligen sólo entre ellos y por ellos. Organismos internacionales que han instaurado en las dos últimas décadas como valor fundamental, indiscutible e intocable, el sagrado beneficio en el marco indiscutido del sacrosanto mercado; la peor y más perversa versión de la adoración del becerro de oro que tanto cabreó a Moisés cuando bajó de su excursión místico-legal a la cima del Sinaí. Organismos que han fomentado e impuesto el peor orden de valores posible, el que considera que lo material, la cuenta de resultados enorme, el crecimiento incesante y poseer más y más bienes materiales (derroche en realidad) es lo único que vale la pena. Un orden de valores que ha creado una sociedad injusta hasta la crueldad. Y estúpida, porque se autodestruye.
Se me ocurre que un camino para hacer frente a tal cataclismo empieza por usar el cerebro, y también por hacer el ejercicio de ponerse en la piel de los más desgraciados, jodidos y sufrientes seres humanos. ¿Cómo se sentiría al casi cesado señor Paul Wolfowitz (casi ex presidente del Banco Mundial) de tener que vivir en un campo de refugiados? ¿Cómo si no supiera si ese día comerá o no? ¿Cómo si tuviera que caminar diariamente de diez a treinta kilómetros para buscar agua que, además, puede intoxicarlo? ¿Cómo si no supiera si al finalizar el día aún estará vivo, muerto por bala o bomba?
Los ciudadanos de a pie (nos recuerda también Saramago) deberíamos empezar a ser conscientes de que no basta con votar cada cuatro años y, tras votar, pasar los cuatro años siguientes, replegados, sin participar en la marcha de las cosas, fuera de juego.
Hay solución, desde luego, pero no es milagrosa. Depende de que los ciudadanos arrimemos el hombro. Los ciudadanos, que somos los dueños del poder político.

miércoles, 13 de junio de 2007

Blanqueo de dinero, una basura internacional

Leo en un diario digital que unos investigadores, que rastrean en Mallorca una trama internacional de blanqueo de dinero, han localizado varias sociedades panameñas utilizadas por el actor Michael Douglas para gestionar sus bienes y también varias cuentas numeradas del mismo actor, al parecer para atender los gastos de mantenimiento de sus propiedades en la isla. Panamá es uno de los más reputados paraísos fiscales del planeta; dichos paraísos existen para blanquear dinero, ergo, es posible que el señor Douglas blanquee.
No voy a extenderme en la infame lacra del blanqueo, sólo quiero recordarles que blanquear no es un delito inocente, un delito porque a algunos gobiernos les ha dado por ahí. Blanquear es evadir deberes fiscales, es sustraer a la comunidad lo que se le debe por medio del estado. Y, sí, es cierto que el estado no es la panacea y deja mucho que desear, pero, tal como están las cosas, mejor que esté y funcione, que no esté y no funcione.
Aún peor: blanquear es ir del brazo del peor dinero sucio, no por ser fruto de la evasión de impuestos, sino por ser el resultado de crímenes repugnantes como la trata de seres humanos, el tráfico ilegal de armas ligeras (que van a parar a las manos de los sinvergüenzas, terroristas, delincuentes organizados, descerebrados y salvapatrias del universo entero), la industria del asesinato y la extorsión, así como la corrupción generalizada que socava la estabilidad económica de los países empobrecidos. El resultado final del blanqueo es más pobreza, desigualdad, dolor, muerte y sufrimiento.
No sé si el señor Michel Douglas es consciente siquiera de lejos de que es cómplice de tal basura internacional. Cuando me entero de gentes con fortunas inmensas que aún quieren más, me preguntó que debe pasar por su retorcido interior, y no puedo dejar de pensar que esa gente está enferma o atrozmente llena de miedos e inseguridades. ¿Acaso creen que una fortuna inmensa evita la muerte? Torpe y estúpido error. La jodida muerte es una condena de la que nadie se escapa.
Tal vez sería conveniente pertrechar varios batallones de psiquiatras y psicoterapeutas de diversas escuelas (preferentemente integrados por lacanianos argentinos bonaerenses) para que aborden las tremendas vidas vacías de esas gentes que sólo saben tener y tener.
¡Que pena!

miércoles, 6 de junio de 2007

Leo con cierto detenimiento algunas versiones digitales de diarios. Ni siquiera me pasa por la cabeza escribir algún comentario sobre lo que se denomina actualidad política de este país. Me indigna y aburre a partes iguales. Lo tedioso a la par que inaguantable del caso es que no podemos pasar de la política, porque la política nunca pasa de nosotros. Y, cada vez más, me martillean los adentros los primeros versos del poema de Espriu “Inicio de cántico en el templo”, al que creo haberme referido en otro momento, en los que el poeta suspira por marchar lejos, allí donde le han dicho que la gente es civilizada, culta y libre.
Entre quienes intentamos ser decentes, sin perseguir cargos ni prebenda alguna, hay una hartura que crece, porque no se vislumbra el final de ese túnel de vulgaridad, zafiedad, engaño, manipulación y juego sucio; sobre todo y muy especialmente protagonizado por el contubernio de quienes llevan jorobando a este país durante dos siglos. Espero que sepan a quienes me refiero. Miembro honorario de ese contubernio, un alto cargo del gobierno de la región de Madrid ha propuesto a los ciudadanos que el próximo curso hagan objeción de conciencia ante el estudio por sus hijos de la nueva asignatura “Educación para la ciudadanía”. ¿Qué se habrá creído que es esa disciplina? Ni más ni menos que la enseñanza de las bases del civismo, del contenido de los derechos humanos, cuya declaración universal este país ha firmado y ratificado hace años.
Y si pretende argüir para oponerse a la asignatura, que va contra las esencias del cristianismo (como se ha vociferado por ahí), aún no siendo la fe de este escribidor, habrá que recomendarle que lea con atención los cuatro evangelios que narran la vida y las cosas que dijo aquel muchacho de Nazaret que fue clavado sobre una cruz por plantar cara al sistema imperante y predicar el amor entre los seres humanos. Tal vez así se convenza de su error.
Otra cosa que hay que empezar a decir en voz alta es que lo que de verdad defiende a capa y espada la conferencia episcopal española (el sanedrín de los obispos, que es la que se opone a la citada asignatura) tiene poco que ver con lo que propuso aquel muchacho que fue crucificado, y sí con los intereses del tinglado muy terrenal que se han montado. Amén.

domingo, 3 de junio de 2007

Derechos humanos según los EEUU de Bush

Condoleeza Rice, Secretaria de Estado de EEUU, ha asegurado en su visita a España que "Estados Unidos es el mayor defensor de los derechos humanos en el mundo. Somos nosotros los que intentamos que en el mundo se respeten los derechos humanos en Cuba, en Birmania, en Bielorrusia". Y ha tenido el inmenso morro de rechazar cualquier parecido entre las auténticas violaciones de derechos humanos y lo que ocurre en la base estadounidense de Guantánamo, donde hay recluidos cientos de supuestos terroristas. En castellano tenemos un refrán que viene al pelo: Consejos vendo que para mí no tengo.
Lo que les hacen a los presos en Guantánamo, lo que se hace con sospechosos de terrorismo a los que se ha secuestrado y trasladado ilegalmente por vía aérea a países que no le hacen ascos a la tortura, es un respeto exquisito de los derechos humanos, ¿no? Torturar física y psicológicamente, negar los derechos procesales más básicos, mantener encerrados sin plazo y sin cargos concretos, como se hace en Guantánamo, según la señora Rice no es violar derechos humanos, es “proteger a los inocentes".
Esa cacareada defensa de los derechos humanos en el mundo, la señora Rice la ha ceñido a Cuba, Birmania y Bielorrusia. Por supuesto que en esos países se violan los derechos humanos, pero ¿por qué no ha extendido la acusación de violar derechos humanos a China, Rusia, Kazajistán, Pakistán, Arabia Saudí (donde los derechos de las mujeres se los pasan por el forro), Colombia, Guinea ó Indonesia? Elemental, Watson, porque son aliados de EEUU o países en los que éstos tienen intereses del tipo que sean y, claro, entre bomberos no vamos a pisarnos la manguera. Como la señora Rice sabe o debería saber en esos estados citados se violan muy gravemente los derechos humanos de miles e incluso de millones de ciudadanos y ciudadanas; mejor dicho, ni siquiera tienen en algunos casos la categoría de ciudadanos.
Es un estadounidense quién denuncia la hipócrita y nefasta actitud del gobierno de Bush sobre los derechos humanos: Charles Swift, capitán de corbeta del cuerpo jurídico de la Marina de EEUU, quien actuó como defensor del chófer de Osama Bin Laden, preso en Guantánamo: "Si nuestros adversarios nos obligan a no seguir las reglas, perdemos lo que somos. Somos los buenos; seguimos las normas. Los malos son aquellos contra los que peleamos. Y lo demostramos cada día que seguimos esas normas, independientemente de lo que ellos hagan. Eso es lo que nos diferencia, lo que nos hace grandes". Seguir las normas, por ejemplo, respetar y defender escrupulosamente los derechos humanos incluso de nuestros enemigos.

viernes, 1 de junio de 2007

Sobre el comunismo capitalista

El primer aparato que ven muchos pacientes cuando han de acudir al servicio de urgencias de un hospital en la China presuntamente comunista no es una máquina de rayos X o similar, sino un cajero automático. ¿Por qué? Los centros sanitarios no aceptan enfermos salvo que puedan hacerse cargo de los gastos y los cajeros están ahí para que no tengan el pretexto de que no llevan dinero encima. A la factura de la consulta se añade la de los medicamentos.
Esto ocurre en China nominalmente comunista, pero capitalista hasta las cachas, con el entusiasmo del converso, del neófito, y el agravante de que esa China bipolar no ha incorporado los alivios momentáneos o reparaciones de la injusticia que en Europa se denomina impropiamente estado de bienestar. (Tampoco es lo que debiera ser, pero menos da una piedra).
Cuando en los años de la resistencia a la dictadura franquista, los maoístas se pusieron muy de moda como revolucionarios intachables, este escribidor nunca se fió de ellos. Con el paso de los años, muchos de aquellos terribles revolucionarios acabaron en las filas de UCD, Convergencia Democrática de Cataluña o incluso del PP, y es que no debe uno fiarse de quien cree estar en posesión absoluta de la verdad absoluta, cual era el caso de Mao y los maoístas. No dudar, no hacerse preguntas y no admitir desacuerdos no es política ni siquiera la que pretenda ser revolucionaria: es teología, el reino de lo indiscutible.
Y, si me permiten, nunca me he fiado tampoco de quienes están dispuestos a sacrificar una, dos o las generaciones que hagan falta para que triunfe su revolución, como pensó e hizo Mao. El sacrificio siempre ha de ser personal, libre e intransferible o es imposición, dictadura.
¿No han caído en la cuenta de que ese adalid de la libertad que pretende ser Bush no mueve un dedo contra la dictadura china como si lo hace constantemente contra la Cuba de Castro? ¿Por qué será?