
Ha empezado un nuevo asalto en Venezuela. Otro (que lamentablemente no será el último) para derrocar a un gobierno democráticamente elegido que intenta distribuir mejor la riqueza, teniendo en cuenta a la mayoría de ciudadanos y no los intereses espurios de la minoría de siempre.
El presidente Chávez tal vez sea excéntrico, egocéntrico, ruidoso y con poca cintura diplomática, pero los posibles defectos personales no justifican la acusación de dictador vomitada desde las mentes bien pensantes que (permítanme que se lo diga abruptamente) en su puta vida se han preocupado de verdad por los demás, por esa inmensa mayoría que las pasa peor que Caín.

Respecto a la acusación de dictador que se vierte contra Chávez, recuerdo lo que dijo un miembro del gobierno de los EEUU, Thomas Shannon, secretario de Estado adjunto para América Latina, hace menos de un año: “Hugo Chávez, por más izquierdista que pueda ser visto, está actuando en un marco democrático aun cuando pueda ser autoritario de corazón. Y eso es positivo, es una cosa buena.”
No sé si Chávez, como dijo Shannon, sea ‘autoritario de corazón’, pero, de serlo, no significa nada. También muchos varones son polígamos de corazón, pero casi nunca hacen realidad su oculta tendencia ni su fantasía de poseer un harén.

Quienes quieren que Venezuela regrese a la situación de inamovible e injusta falta de equidad que ha sufrido durante siglos han iniciado un nuevo asalto, camuflados bajo el manto de un presunto espíritu democrático.
La cuestión es que desde hace unos días, una parte notable de los estudiantes se ha movilizado en Caracas para pedir que se atrase la fecha del referendo sobre la reforma constitucional, convocado para diciembre. Hasta aquí, todo normalmente democrático y los estudiantes están en su derecho de reivindicar lo que quieran. Pero lo que ya no es tan normal es que esas manifestaciones estudiantiles para pedir un cambio de fecha (no que el referendo no se celebre) se tornen incomprensiblemente violentas en una puesta en escena del viejo principio de acción-reacción. Algunos estudiantes atacan sin motivo a los policías con piedras, palos y lo que sea, y la policía reacciona así mismo con violencia. Es una magnífica foto para una prensa que cada vez es menos el cuarto poder que vigila que la democracia funcione y que está más y más al servicio de sus propietarios quienes, a su vez, forman parte de la minoría que controla la mayor parte de la riqueza del mundo. Y sí, además, hay un par de muertos, mejor que mejor. ¿Pedir que se atrase la fecha de una consulta democrática justifica que manifestantes vayan armados de palos y piedras a una manifestación?

Las noticias, fotografías y vídeos de la violencia en Caracas permitirán confundir aún más, para continuar transmitiendo el mensaje de que Chávez es un dictador. Agitar con violencia, alborotar y confundir ya lo hicieron con Salvador Allende, que intentaba que Chile fuera un poco más justo. Y consiguieron derrocarlo, iniciándose la peor dictadura latinoamericana, la del criminal Pinochet; una feroz dictadura, como ha quedado probado y documentado. En Venezuela, como pasó en Chile, junto con las violentas maniobras en la calle, se desata la ola de mentiras una tras otra, sin el menor pudor. De hecho ya lo ensayaron poco antes del afortunadamente fallido golpe de estado que intentó derrocar a Hugo Chávez en 2002.

Para algunos, la democracia sólo es auténtica cuando está a su servicio, al servicio de la minoría que detenta el poder económico, y uno de los pecados mortales de Chávez y su gobierno es que no han aceptado que la principal riqueza del país, el petróleo, fuera privatizada. También es un pecado mortal que intenten alternativas de organizar la economía para distribuir algo mejor la riqueza que no sea el ya demostrado nefasto neoliberalismo.

Muchos medios informativos de países democráticos (y ricos) cada vez presentan más a Venezuela como un país que deriva hacia el autoritarismo, aunque no puedan presentar ninguna prueba real de que eso sea así. Además, se oculta todo lo bueno que haya podido hacer el gobierno bolivariano y se magnifica y saca de contexto lo que le perjudica. O se miente pura y directamente. Qué curioso que no se oigan esas voces feroces de bien pensantes y repartidores de patentes de democracia de los países ricos contra China, cuyo congreso del partido comunista ha ratificado recientemente que en ese país no habrá democracia (estilo occidental lo han llamado).

O contra la Rusia de Putin donde se producen sin cesar muy graves violaciones de derechos humanos y penden inacabables sospechas sobre Putin y sus aliados y colaboradores por inexplicables asesinatos de opositores, espías huidos a occidente o periodistas.

Se podría parafrasear a aquel asesor de Bill Clinton en plena campaña electoral. “¡Es la economía, estúpido!”, cuando explicaba al candidato que se dejara de derechos, cultura y cosas así y se centrara en los asuntos económicos, que eso le daría votos. Aunque yo prefiero la frase con la que Al Capone respondía a las incertidumbres de sus lugartenientes en Chicago de los años 30 cuando le planteaban problemas para ellos, irresolubles: “Sigue la pista del dinero”. Si seguimos la pista del dinero, del dinero que ganan (¿lícitamente?) o quisieran ganar algunos, encontraremos la respuesta a las cuestiones y conflictos planteados en Venezuela.
Mira por donde, el gángster Capone tuvo su lúcido ramalazo de pensamiento marxista.
1 comentario:
¡Qué alegría¡ Vuelves a escribir tus comentarios.
Pues se van disgustar mucho, los que están en contra del Presidente Hugo Chávez, porque piensa reformar las leyes de su país, para ser un presidente vitalicio.
Así mata dos pájaros de un tiro: Sería un buen ataque contra sus detractores, y podrá seguir ejerciendo su política social en ese marco democrático que se mueve.
¡Viva la democracia¡ Bsos.Vicky.
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