Leo en un diario digital que unos investigadores, que rastrean en Mallorca una trama internacional de blanqueo de dinero, han localizado varias sociedades panameñas utilizadas por el actor Michael Douglas para gestionar sus bienes y también varias cuentas numeradas del mismo actor, al parecer para atender los gastos de mantenimiento de sus propiedades en la isla. Panamá es uno de los más reputados paraísos fiscales del planeta; dichos paraísos existen para blanquear dinero, ergo, es posible que el señor Douglas blanquee.

No voy a extenderme en la infame lacra del blanqueo, sólo quiero recordarles que blanquear no es un delito inocente, un delito porque a algunos gobiernos les ha dado por ahí. Blanquear es evadir deberes fiscales, es sustraer a la comunidad lo que se le debe por medio del estado. Y, sí, es cierto que el estado no es la panacea y deja mucho que desear, pero, tal como están las cosas, mejor que esté y funcione, que no esté y no funcione.

Aún peor: blanquear es ir del brazo del peor dinero sucio, no por ser fruto de la evasión de impuestos, sino por ser el resultado de crímenes repugnantes como la trata de seres humanos, el tráfico ilegal de armas ligeras (que van a parar a las manos de los sinvergüenzas, terroristas, delincuentes organizados, descerebrados y salvapatrias del universo entero), la industria del asesinato y la extorsión, así como la corrupción generalizada que socava la estabilidad económica de los países empobrecidos. El resultado final del blanqueo es más pobreza, desigualdad, dolor, muerte y sufrimiento.

No sé si el señor Michel Douglas es consciente siquiera de lejos de que es cómplice de tal basura internacional. Cuando me entero de gentes con fortunas inmensas que aún quieren más, me preguntó que debe pasar por su retorcido interior, y no puedo dejar de pensar que esa gente está enferma o atrozmente llena de miedos e inseguridades. ¿Acaso creen que una fortuna inmensa evita la muerte? Torpe y estúpido error. La jodida muerte es una condena de la que nadie se escapa.

Tal vez sería conveniente pertrechar varios batallones de psiquiatras y psicoterapeutas de diversas escuelas (preferentemente integrados por lacanianos argentinos bonaerenses) para que aborden las tremendas vidas vacías de esas gentes que sólo saben tener y tener.
¡Que pena!
1 comentario:
El afán de conseguir dinero y más dinero, o de estar al lado de quien lo tiene, es un síntoma claro de inseguridad y de pobre riqueza interior. Como una vez escuché, no es más feliz el que más tiene sino el que disfruta con lo que tiene. Aunque el dinero ayuda, no da la felicidad. Un beso de Vicky.
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