domingo, 24 de junio de 2007

No es oro todo lo que reluce

Sepan ustedes, que no es oro todo lo que reluce. A pesar de que titulares de prensa proclamaban hace unos días que “Los salarios crecieron en España un 4,3%, el mayor ritmo en cuatro años", lo realmente cierto es que según la OCDE (que no es precisamente un organización sindical de izquierdas que barra para la cosa del rojerío), el salario medio real de los españolitos perdió un 4% de su poder adquisitivo desde 1995 a 2005. Lo curioso es que en esos mismos diez años, los beneficios empresariales aumentaron un 73%.
Según Raymond Torres, jefe Análisis y Políticas de Empleo de la OCDE "España ha creado empleo a un ritmo espectacular en los últimos años". Pero, según la Encuesta de Condiciones de Vida del Instituto Nacional de Estadística (INE), el constante crecimiento de nuestro país desde hace más de una década (con un crecimiento anual superior al 3%) ha generado un aumento de la desigualdad.
Entonces ¿para qué queremos el crecimiento económico?, pues según el mismo INE, quien se ha beneficiado de ese dichoso crecimiento económico es apenas un 20% de la población. ¿Y el 80% restante?
Cuando se plantean estos problemas reales como la vida misma, desde los ámbitos del poder político y económico se suele responder, como hacía cierto ministro de uno de los Gobiernos del señor Felipe González, que primero hay que hacer crecer la tarta, aunque eso suponga algunos sacrificios, para poder repartirla después.
Lo tremendamente puñetero es que llevamos treinta años con ese cuento y, vistos los datos y cifras (incluso oficiales) no tenemos más remedio que concluir que vamos hacia atrás como los cangrejos. Y de repartir la tarta crecida, nada de nada. Que unos pocos miles, por suerte o por sinvergonzonería, se incorporen a la clase media-alta, es un dato irrelevante, una ventosidad mal oliente, si somos conscientes de que somos 45 millones de habitantes.
El señor Zapatero debiera tomar buena nota de estos datos y cifras y lo que significan, si es tan progresista como dice. Lo lamentable, es que los que aspiran al relevo son aún peor. Tal vez los ciudadanos, algunos ciudadanos, unos miles o decenas de miles a ser posible, debiéramos empezar a plantar cara a este injusto estado de cosas que nadie pone en cuestión, una situación de injusticia y desigualdad creciente que se esclerotiza, precisamente porque nadie pone en cuestión.
Quien ha retratado todo esto de forma magistral es el dibujante humorista El Roto (antaño Ops): Una mujer con cara de sorpresa, de no entender nada, frente a una tarta, un pastel: “Si la tarta es cada vez mayor, ¿Por qué las raciones son cada vez más pequeñas?
Ciertamente, éste no es el mejor de los mundos o ¿aún no nos hemos dado cuenta?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Todo vale. Nada se cuestiona. Estamos en una sociedad de consumo que no nos deja ver lo que nos rodea: corrupción, maltrato, esclavitud... y un sin fin de sustantivos que acampan a sus anchas entre nosotros, sin que nadie le dé la mayor importancia. El comentario que se oye: "Es que así." Pues no. No es así. Si tengo los mecanismos para quejarme, lo haré. Sé que nadie me hará caso, pero por lo menos, sabrán que no soy una oveja, que a diferencia de esos tiernos animales, Dios me dio un cerebro para pensar. Un beso de Vicky.