

Antes del estallido de la burbuja hipotecaria estadounidense, según ha documentado la agencia Bloomberg (proveedora de datos, noticias, recomendaciones y análisis a personas y entidades que operan en las bolsas de todo el mundo) el 80% de los consejos de los “expertos” financieros proponían a los inversores en las bolsas de EEUU y otras de rango internacional que tuvieran confianza, que compraran o mantuvieran su cartera de acciones de los bancos que luego han tenido muy serios problemas. Problemas que han desatado la crisi global.


Uno de esos genios asesores, ante preguntas de un periodista más incisivo que la mayoría, dijo sin que le temblara un párpado que “los consejos de los analistas no son vinculantes ni se deben seguir al pie de la letra” ¡Vaya hombre, ha descubierto la pólvora!
Pues no, la pólvora la descubrieron los chinos hace miles de años. Debería saber el anónimo analista entrevistado que de verdad de la buena lo único que vincula (lo que se dice vincular) es la ley (además del amor apasionado, claro). Y ahora una última pregunta sin malicia: ¿puede uno fiarse de los expertos?
Todo este rollo viene a cuento de que en nuestro tiempo proliferan los expertos y analistas más que las setas tras una jornada lluviosa en otoño, utilizados a menudo como cortina de humo o camuflaje frente a las razones sólidas y contundentes que muestran y demuestran que éste, el capitalista neoliberal, no es el mejor de los mundos.

Ante cualquier problema, surge una legión de “expertos” de todo tipo y materia. Recuerden los días de la guerra del Golfo, la primera, la que protagonizó papá Bush. Una brigada de “expertos” (o quizás fue una división) invadieron los platós de televisión, los estudios de radio y las páginas de los periódicos y nos aburrieron durante semanas sin acertar ni una o muy pocas.
En realidad, con este texto reivindico el uso de la razón, la utilización del cerebro; nuestro segundo órgano más importante, según Woody Allen. Y no es una reivindicación baladí. No. Con frecuencia, no sólo los razonamientos y los juicios se aportan como dogmas de fe sino, aún peor, pasan por juicios lo que no dejan de ser impresiones o sensaciones. O se cae en la trampa de confundir la experiencia personal de uno (que por rica que sea siempre es limitada y parcial) con las conclusiones propias de un estudio general exhaustivo y documentado.
Ciertamente, pensar y razonar cansa, pero no hay más remedio que practicarlo, si queremos merecer la denominación de animales racionales y no simplemente de animales.
Este escrito no es una masturbación mental, aunque pueda parecerlo, porque de la negación del raciocinio y de la confusión de las sensaciones e impresiones, cuando no puras emociones, con los juicios propios de un ser racional pensante, se derivan no pocos males, tales como la xenofobia, el racismo, el fanatismo, el machismo irredento, el borreguismo y otras plagas que nos acechan y atacan en nuestros confusos y complejos días.
En realidad, con este texto reivindico el uso de la razón, la utilización del cerebro; nuestro segundo órgano más importante, según Woody Allen. Y no es una reivindicación baladí. No. Con frecuencia, no sólo los razonamientos y los juicios se aportan como dogmas de fe sino, aún peor, pasan por juicios lo que no dejan de ser impresiones o sensaciones. O se cae en la trampa de confundir la experiencia personal de uno (que por rica que sea siempre es limitada y parcial) con las conclusiones propias de un estudio general exhaustivo y documentado.
Ciertamente, pensar y razonar cansa, pero no hay más remedio que practicarlo, si queremos merecer la denominación de animales racionales y no simplemente de animales.

Hagan la prueba de comprobar si las pretendidas razones que oímos o nos arguyen son realmente fruto de la razón y de la utilización de la misma. La de sorpresas que se van llevar.
1 comentario:
Cada día que pasa uso más y más mi cerebro, gracias a tí. Por eso apartir de hoy, todos mis razonamientos y pensamientos, los guardaré en lo más profundo de él, para no herir psicológicamente a otra persona con ellos. Así no me sentiré mal.
Bsos. Vicky.
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