domingo, 9 de septiembre de 2007

Libertad y justicia

Resulta confuso justificar el proyecto de la junta de Andalucía [sobre pisos asequibles para quienes ganen menos de 3.000 euros mensuales] como mera aplicación de un mandato constitucional. El derecho a la vivienda figura en la Constitución entre los ‘principios rectores’ de la política social: es una aspiración que debe inspirar la legislación sobre esa cuestión, no un derecho directamente invocable ante los tribunales”.
El tal discursillo solemne es parte de una de las editoriales del diario “El País” de hace unos días. Se refiere al proyecto del gobierno de Andalucía de subvencionar para que las cuotas de las hipotecas en caso de compra o el pago mensual en caso de alquiler no sean superiores a un tercio de los ingresos de quien compre o alquile un piso. Por esas fechas, el vicepresidente económico del gobierno, Pedro Solbes, se permitió dudar de que el gobierno de Andalucía hubiera hecho bien las cuentas para acometer el citado proyecto de vivienda al alcance de la mayoría.
Cuando se trata de hacer realidad palpable los derechos de la mayoría, siempre hay merma. Las frases del editorialista de “El País” sinceramente me han indignado. ¿A qué viene que el derecho a la vivienda “no es un derecho directamente a invocar ante los tribunales”, sólo es un “principio rector”. Es obvio que la pretensión del editorialista es descalificar el proyecto andaluz. Nadie habla de invocar ante los tribunales. ¿A quién se le ocurre? Se trata de que el derecho a la vivienda sea realizable, no papel mojado. Que no sea sólo una frase encendida de mitin.
En cuanto a Pedro Solbes, debería dejar de creer que la economía es una ciencia exacta; mejor aún, debería desertar de esa fe en la versión neoliberal del capitalismo como la única posible, versión neoliberal según la cual el déficit público, por ejemplo, es el más horrendo de los crímenes.
Déjenme que les cuente algo sobre crecimiento económico, cuyo índice siempre se ha considerado y se considera hoy indicador definitivo sobre la bondad de una economía concreta. Brasil, por ejemplo, durante todo el siglo XX, creció económicamente con buenos índices sin un solo retroceso en cuanto a crecimiento se refiere y, sin embargo, no sólo sufre un enorme número de pobres (los que viven ‘por debajo del umbral de la pobreza’), sino que quienes se han beneficiado y benefician de ese crecimiento es un número demasiado bajo, comparado con sus más de 180 millones de habitantes.
En España, sin ir más lejos, que lleva varios años creciendo con índices envidiables, al decir de los comentaristas mediáticos, un 20% de la población es pobre, según los insistentes estudios anuales realizados por Foesa, promovidos por la ong católica Cáritas. ¡Una quinta parte!
Y con otras cifras macroeconómicas pasa tres cuartos de los mismo: que la mayoría de ciudadanos no las catan.
Y es que este sistema económico no funciona, por más que se empeñen en decir lo contrario sus bien pagados voceros e interesados gurús: la tozuda realidad desmiente que sea tan bueno, por cuanto las buenas cifras macroeconómicas benefician muy poco al pueblo llano. Como dijera recientemente el señor Francisco Pinto Balsemão, ex presidente del gobierno portugués, al recibir en Madrid un premio de periodismo: la libertad "siempre está en riesgo", es más "no se conquista de una vez y para siempre". Y si hablamos de libertad, hablamos de justicia. O ¿acaso la lucha por la libertad no es también la lucha por la justicia, contra la desigualdad?
Me temo que es urgente luchar por la justicia si se quiere más libertad.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La macroeconomía en España irá fetén, pero la microeconomía cada día que pasa es peor. Es verdad que el Sr.Solbes, como ministro de Economía, tiene la obligación de controlar nuestras cuentas. Pero, ese control debería ser más fuerte y férreo en otros conceptos, como por ejemplo, el gasto público, y no tanto en el gasto social, que para eso todos y cada uno de los españoles pagamos cada euro a Hacienda. Bsos. Vicky.