sábado, 6 de octubre de 2007

El franquismo que no cesa

La familia Franco, los herederos del dictador se han lanzado a una batalla legal para defender sus “derechos constitucionales”, dicen. Como dicen en Andalucía, ¡manda cojones! o en Galicia ¡manda carallo! Resulta que los herederos del dictador son demócratas de toda la vida; lo han de ser si esgrimen que hay algo que se llama derechos constitucionales.
Esto viene a cuento de que la Xunta de Galicia (de talante digamos progresista o, por lo menos, no caciquil y conservador como la presidida durante décadas por Fraga Iribarne) quiere que el Pazo de Meirás (propiedad obtenida por el dictador en plena guerra civil) pueda ser visitada por los ciudadanos que lo deseen, como se visita la catedral de Santiago. Los Franco se oponen con ferocidad.

Esta sorprendente noticia (para mí lo es por semejante desfachatez) me sugiere algunas reflexiones. ¿Sería de recibo en Alemania que descendientes directos del dictador Hitler osaran pleitear por conservar una propiedad probablemente ilegítima? ¿O en Italia, nietos de Mussolini? Una nieta de Mussolini (Alessandra de nombre, creo) se metió en política y eso, en principio y en democracia, no se puede vetar, pero pretender conservar el botín de guerra contra viento y marea es de una cara dura cósmica.La segunda reflexión es que de aquellos polvos (una Transición mal llevada) vienen estos lodos.
En Alemania y en Italia, tras la segunda guerra mundial, se exigió una rendición de cuentas a los responsables de la construcción y mantenimiento de las respectivas dictaduras con todas sus salvajadas. No fue total ni perfecta, pero la hubo. En España no sólo no hubo nada de nada tras la muerte del dictador, sino que se permitió participar en la gestión de la Transición a algunos que fueron parte (como inductores o responsables) de la represión dictatorial de mano de hierro; como el citado Fraga, entusiasta ministro de Gobernación, como se llamaba antes a Interior. Y sé de lo que hablo, porque yo estaba allí.
Ahora, la desvergüenza de la familia Franco remacha un clavo más en el despropósito de mantener cierta cultura franquista. Ahí están también los ilustres obispos pretendiendo organizar un acto de masas contra la II República en la canonización o beatificación de una tacada de quinientos presuntos mártires, creo que para 2008 en el Vaticano.
He sido uno de los primeros en enfrentarme con la palabra a los crímenes cometidos durante la República por la debilidad de la misma o por la malevolencia de algunos de sus integrantes, pero de eso a pretender que todos los asesinados (y digo bien, asesinados) por ser católicos o sacerdotes sean mártires...
Aparte de que a este escribidor, ciertas categorías clasificatorias de la Iglesia Católica lo dejan indiferente. Lo que quiero decir es que me temo que lo que de verdad interesa a los epíscopos es ofrecer con gran fanfarria su sesgada, interesada y mal intencionada visión de la guerra civil y de la actuación de la República. Por cierto, el ejército de Franco fusiló a unos cuantos sacerdotes vascos (que asistían espiritualmente a las tropas vascas republicanas, pero católicas). ¿Los piensa canonizar también la jerarquía episcopal española? Carrasco Formiguera, abogado catalán muy católico y diputado republicano, fue fusilado en 1938 en Burgos por orden del dictador sin haber cometido delito alguno, salvo ser leal a la legítima República. ¿Tiene previsto canonizarlo la conferencia episcopal? Hubo más católicos, leales a la República, que fueron ferozmente represaliados, inluido el asesinato. No me consta que la Santa Madre Iglesia Católica tenga la menor intención de promover su beatificación y posterior canonización.
Este país, España, no saldrá adelante en tanto no deje atrás del todo el franquismo; hasta que no entierre del todo el más leve resto. Por ejemplo, toda esa bazofia de irracionalidad nacionalista españolista que esgrime el PP en su intento de recuperar el poder, y muy especialmente lo hace su ex presidente, el siniestro y mediocre Aznar (Ánsar para los amigos íntimos como Bush). Griterío "españolísimo" que es el mejor modo de hacer crecer los llamados nacionalismos periféricos, por cierto.
Al final, resulta que los neofranquistas (porque es lo que son) tienen algo en común con los dinosaurios del comunismo (por ejemplo los maoístas): ambos creen que cuanto peor, mejor. Para sus fines, claro.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Cuántas atrocidades se han hecho, y se siguen haciendo, en nombre de Dios¡ Bsos. Vicky.