Trouble es una perra que no tendrá problemas. Su dueña, la multimillonaria neoyorquina Helmsley, dueña de un imperio hotelero, muerta hace unas semanas, le ha legado 12 millones de dólares. Personalmente me parece una cabronada. Una injusta insensatez, posible porque en EEUU (y me temo que en otros lugares), no hay ley alguna que impida legar propiedades o dinero a seres no humanos.

¡Pero ese dinero era suyo!, dirá alguno. Ese es el problema, origen de muchíííííííísimos más problemas: que la propiedad privada es sagrada. Intocable. Sobre todo la propiedad de quienes tienen mucho, pero que mucho.

El artículo 17 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos proclama que “toda persona tiene derecho a la propiedad, individual y colectivamente”. Y remacha que “nadie será privado arbitrariamente de su propiedad”. Por supuesto. Pero en esa Declaración hay 29 artículos más que proclaman otros derechos. Ser iguales ante la ley y tener, sin distinción, derecho a igual protección de la misma; que nadie sufra injerencias arbitrarias en su vida privada, familia, domicilio o correspondencia; derecho al trabajo, a la libre elección de ese trabajo y a condiciones equitativas y satisfactorias del mismo; derecho a un nivel de vida adecuado que asegure la alimentación, la salud y el bienestar, el vestido, la vivienda y la asistencia médica…

Entonces la pajolera pregunta es ¿por qué rayos el derecho a la propiedad privada (de unos pocos, por cierto, los que tienen muchísimo más, que son minoría) se considera el derecho preferente sobre el resto?Creo que fue León XIII (dejando de lado que fuera Papa de los católicos) quien tuvo lúcida visión de problemas sangrantes como el de la desigualdad. Curiosamente, cuando Marx, Lenin y compañía ponían en cuestión la propiedad por unos pocos de los medios de producción (ya saben tierras, fábricas, minas, empresas y esas cosas), León puso en la picota la propiedad privada de bienes de uso y consumo (casas, coches, joyas, cuentas corrientes…) preguntándose si ese tipo de propiedad era legítima cuando era enorme, porque podía ser insultante, visto lo visto en nuestro injusto y desigual mundo.

¿Qué les parece que el pijo David Beckham le regale un consolador de diamantes de no sé cuantos millones de dólares a la no menos pija de su esposa, cuando cada día mueren 35.000 niños por enfermedades comunes como diarrea o simplemente de hambre?

La propiedad privada sin duda es un derecho, pero no ilimitado ni infinito. No debe serlo. Con tal derecho, como con todos los demás, el derecho y libertad de cada uno acaban justo cuando empiezan el derecho y libertad del otro, sea éste quién sea.
Por eso es indecente, un escarnio en realidad, que una perra sea dueña legal de una fortuna, en un país, por cierto, en el que el índice de ciudadanos que viven en la pobreza ya llega al 15% gracias a los republicanos y su nefasta neoliberal visión de las cosas. También es impresentable que Beckham (por bueno que sea jugando al fútbol, que eso no se dicute) regale un consolador de piedras preciosas a su mujer.
2 comentarios:
Mientras que existan personas en el planeta, que sólo les interese lo frívolo y lo profano, porque los temas y problemas fundamentales de la Humanidad, como que no va con ellos... seguiremos soportando excentricidades como estas. Cada día que pasa, creo menos en la justicia humana y más en la justicia divina, porque es la que siempre resulta. Bsos. Vicky.
Comparto tu indignación, amigo Xavier, aunque me imagino que los carísimos bufetes de abogados que se van a hacer de oro por administrar la fortuna de la perrita de marras no dudaron ni un segundo en bendecir las últimas voluntades de su difunta clienta (puede que para que el director de la firma le regale un consolador de oro a su esposa/o o amante). Y luego algunos se extrañan de que pasen ciertas cosas y de que la violencia surja entre los resquicios por los que fluye imparable una pobreza tan cierta como injusta.
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