miércoles, 30 de mayo de 2007

Galgos y podencos

En Barcelona, la policía ha detenido 15 miembros de una organización islamista fundamentalista que financiaba y enviaba clandestinamente luchadores a Irak y Afganistán. También estas últimas semanas, el Partido Popular ha continuado utilizando el espantajo de ETA, con la argucia de que si el PSOE no ha suprimido de un plumazo al partido Acción Nacionalista Vasca, permite que ETA esté en los ayuntamientos.
El PP no sólo demuestra ser un partido sin vergüenza democrática por usar la falsedad por sistema sin el menor rubor, sino que se le ve el plumero de su esencia real autoritaria (neofranquista, si me permiten, para ser más preciso). Le parece fácil y legítimo suprimir de un plumazo la ANV (un partido con el que no iría ni a recoger euros, por cierto) para moldear las cosas al gusto y ganas de uno, como hacia el régimen de Franco, por ejemplo.
Al PP le va a pasar (y al resto si le hacen caso) como en la fábula aquella en la que dos conejos discuten si unos perros, cuyos ladridos se oyen a lo lejos, son galgos o podencos. Discuten y discuten los conejos hasta que los perros se les echan encima y se los comen. Dale que te pego con ETA y ETA y, aunque no hay que despreciar la capacidad de matar de esos fascistas descerebrados, el riesgo de una desgracia imprevisible de dimensiones inimaginables proviene de otros descerebrados, también de cultura totalitaria (aunque tintada de religión), como los islamistas integristas.
¿Por qué en estos meses que dura el juicio del 11 M no se ha oído a un solo dirigente del Partido Popular exigir mayor seguridad, mayor presupuesto o más personal para prevenir el terrorismo de origen islamista, en lugar de marear con su ridícula teoría de que la masacre del 11 M fue de un modo u otro obra de ETA? Si esos sujetos, los islamistas detenidos, han podido montar una trama para enviar soldados a Irak, también podrían hacer cosas peores. Pero el PP, inmerso en su neurosis (con la que, por supuesto, espera obtener rentabilidad electoral) ni se inmuta.
Una de las cosas que odio de ETA, además de ser una pandilla de asesinos estúpidos, es que son el oxígeno que reanima al PP. ¿Qué haría el PP si ETA se autodisolviera? Algo muy deseable por otra parte.
Con todo este ruido en el país, con tanta majadería, me vienen a la memoria unos versos de Salvador Espriu:
Oh, que cansat estic de la meva covarda, vella, tan salvatge terra, i com m’agradaria d’allunyar-me’n, nord enllà, on diuen que la gent és neta i noble, culta, rica, lliure, desvetllada i feliç!

Que traducido al castellano viene a decir:
Oh, que cansado estoy de mi cobarde, vieja, tan salvaje tierra,
y como me gustaría alejarme hacia le norte
donde dicen que la gente es limpia y noble, culta, rica, libre,
despreocupada y feliz.

¿Comprenden cuan cansado estoy?

jueves, 24 de mayo de 2007

Una derecha cobarde... y peligrosa

Además de muy de derechas, y moralmente miserables, no tienen coraje para asumir las consecuencias de sus actos y palabras. A cargar con las consecuencias de tus actos se le llama responsabilidad. Estas líneas están dedicadas de modo especial a José María Aznar, quien acusó a Rodríguez Zapatero de conducirnos a lo peor de nuestra historia de hace 70 años. ¿Qué ocurrió en este país de nuestras desdichas en 1937?
El propio Rajoy se desmarcó de tan irresponsable y apocalíptica afirmación, y ahora el señor Aznar, como los párvulos cuando la maestra les reconviene, dice que él no lo dijo. “¡Yo no he sido, yo no he dicho eso!” Recurre Aznar a una de las trampas falaces más utilizadas por las gentes de derecha: quedarse en la epidermis y que le den por el saco al contenido.
Ahora dice el ex presidente que en ningún momento utilizó el término ‘guerra civil’. ¡No me jorobe, hombre! Qué más da que no lo usara si se refería claramente a la guerra civil. Una gravísima acusación la hecha a Zapatero, sin la menor base, por supuesto. Y, para más inri, Acebes ha dicho después que Zapatero "genera división y reabre heridas del pasado”. No podemos decir que son sucesores directos del franquismo (que lo son), porque eso es abrir heridas del pasado.
Alguien creerá que es anecdótico. No lo es. Es significativo, sugerente, el maldito botón de muestra que deja las vergüenzas al aire. No me gusta la derecha, aunque se disfrace de centro o de lagarterana. No creo que tengan gran cosa que ofrecer a la inmensa mayoría de ciudadanos. Pero esa derecha concreta nacional-catolicista que tenemos en este país es de juzgado de guardia. Si no fuera tan peligrosa, mentirosa y manipuladora, daría risa. Pero no da risa, porque si vuelve al gobierno de la nación, estamos jodidos.
Y no es que Zapatero me entusiasme. En absoluto o, como dicen en Madrid, para nada. Pero este país es tan desgraciado que un mal menor parece algo bueno. A fin de cuentas, Zapatero, Solbes y unos cuantos más de esas siglas gobernantes lo que son de verdad es derecha civilizada con unas capas de eso que se llama lo social.
Otros, los que mienten y tergiversan la historia pasada y reciente sin el menor rubor, dicen ser demócratas, pero sólo cuando la democracia sirve claramente a sus intereses. Porque pueden gobernar y porque pueden mangonear.

Por todo ello es un gravísimo error considerar que lo democrático es ver la vida política de este país como la liga de fútbol. En la Liga, da igual ser de un equipo u otro, porque, simpatías personales aparte, todos son aceptables, aunque unos suban y otros desciendan a segunda. La vida política no es un campeonato y, en tanto los ciudadanos no sean conscientes de eso, este país no tiene remedio. ¿Qué hacer? Recuperar (aunque sea poco a poco) el sentido ético de la política y de la vida.

miércoles, 23 de mayo de 2007

¿Defender derechos atropellando derechos?

Toni Blair da un pasito más para vaciar la democracia como sistema de derechos humanos. Ahora pretende que todos los funcionarios públicos (municipales, médicos de sanidad pública, funcionarios de Cultura, Medio Ambiente, Agricultura…) se conviertan en soplones, en chivatos de la policía. Lo pretende su ministro del Interior, pero como si lo hubiera dicho él: es el Primer Ministro. Un documento filtrado ordena a los funcionarios facilitar información sobre personas que crean que podrían cometer delitos violentos. Así, sin anestesia. Los funcionarios estarán obligados a avisar a la policía si creen que alguien podría llegar a cometer un delito. Tremendo.
Un alto funcionario ha confesado anónimamente a The Times que con tal plan, datos personales, íntimos (incluido historial médico o mental de muchos ciudadanos), irán a a la policía o agencias gubernamentales, aún sin prueba alguna de nada. Cómo se comporte un individuo (sin ser delito ni falta), que tenga un mal carácter del diablo, por ejemplo, podría ser denunciado a la policía. Incluso quieren crear una agencia encargada de quienes podrían ser delincuentes. Increíble.
Tal vez nadie le haya explicado a Blair y a sus ministros que la democracia no solo consiste en votar cada cuatro años. Es muy importante, pero también lo es el respeto indiscutible a los derechos de los ciudadanos. Y el derecho a la presunción de inocencia o a la intimidad, por ejemplo, forman parte de esos derechos intocables. Un delito sólo existe cuando se ha cometido, y un ciudadano sólo puede ser detenido, juzgado y condenado a partir de indicios racionales y con una serie de garantías de respeto de sus derechos.
Si, como denuncia la organización británica de defensa de derechos civiles Liberty, Blair y este Partido Laborista pretenden una “sociedad sin riesgo alguno”, van de cráneo, porque el resultado de sus veleidades no es una sociedad sin riesgo de delitos violentos sino una sociedad fascista, en la que todos se chivan de todos, y donde la violencia está garantizada desde arriba.
A quiénes crean que este escribidor es ingenuo y que hay que tomar tales medidas frente a violencia y delito potenciales, les sugiero que se pongan en la piel de quienes han sufrido abusos del Estado. Como, por ejemplo, aquel muchacho brasileño, al que seguían sin razón solida, y fue cosido a tiros por agentes de Scotland Yard (tras los terribles atentados del metro de Londres), sin razón alguna, sin siquiera haber hecho un gesto sospechoso, como la investigación posterior demostró. En democracia, hay que vigilar a los vigilantes, no se les puede dar patente de corso.
Otrosí, este escribidor les pide que recuerden qué ocurría en los regímenes de Hitler, Mussolini, Stalin, Franco o Salazar, que teóricamente eran regimenes seguros a base de garrotazo y tente tieso, pero que, a pesar de su constante violación de los derechos humanos, no erradicaron los delitos violentos (ni Franco tampoco el terrorismo).
Esperemos que esos mastuerzos de gobernantes comprendan dos cosas: Una, que no son propietarios del poder político, sólo representantes ejecutivos de quienes sí son los dueños, los ciudadanos, y no pueden hacer lo que se les antoje. Y dos, los problemas graves (delito violento, terrorismo), además de cautelas elementales (respetuosas de los derechos humanos), se resuelven atacando las raíces y las causas de los problemas.

lunes, 21 de mayo de 2007

Abandonar Irak de una vez

Tal vez no estemos acostumbrando a la atroz tragedia de Irak y eso no debe ser. Más allá del conjunto de canalladas que hicieron posible esa insensatez odiosa, es el momento de decir, exigir, gritar que las tropas extranjeras se han de marchar ya de Irak. Y, sinceramente, con datos y cifras inexcusables en mano, no valen argumentos hueros de que si se van ahora, será peor. Una razón más que discutible. ¿Cuántos muertos más se necesitan para que EEUU se convenza de que han de dejar Irak?
Me permito comentar un estupendo escrito del mexicano Carlos Fuentes, quien ha denunciado con brillantez los graves errores del gobierno de Bush en Irak. Dice Fuentes que es una guerra ilegal, pues Sadam Husein no tenía armas de destrucción masiva. Añade que una guerra mentirosa, porque derrocar a Sadam no fue la razón de la guerra, pues en Oriente Medio hay más tiranos que continúan tan campantes, cuando no aliados. Remacha que una guerra claramente contraproducente, porque Sadam y Osama Bin Laden eran enemigos, no aliados, y la invasión norteamericana ha dado a Al Qaeda la entrada a Irak que Sadam le impidió. Y una guerra perdida, ya que el triunfalismo de Bush se ha disuelto ante la imagen constante de destrucción y derrota para Bush.
Fuentes señala que los famosos objetivos cumplidos, aplaudidos hace tres años sobre un portaaviones de EEUU con Bush disfrazado de Snoopy, se han convertido en la mayor ausencia de seguridad para los iraquíes. Además la ocupación ha desenterrado todos los enconos y enfrentamientos religiosos y nacionalistas de Irak, convertido en campo de guerra civil entre chiíes, suníes y kurdos.
Carlos Fuentes recurre a la agitada historia de su país, México, siempre intervenida por el enorme vecino del Norte, México, para finalmente extraer la lección de que hay que dejar que los iraquíes diriman sus pleitos y problemas entre sí, sin intervención extranjera. Y señala que Bush no quiere abandonar Irak antes del fin de su mandato, porque no está dispuesto a admitir la derrota, aún al precio de continuar sacrificando vidas norteamericanas e iraquíes. Posiblemente quiera dejar la patata caliente, dice, a quien le suceda en el cargo.
Y concluye Fuentes: “Que salgan los EE UU de Irak. El caos que siga no será mayor que el caos existente, pero tendrá una virtud: que del caos saldrá algún día una nación más viable que la actual”. Y lo dice desde su propio dolor de mexicano, que conoce como México se encaminó hacia algo más aceptable en cuanto se pudo desprender de la tutela de los EEUU.
Y, ¿saben?, creo que Carlos Fuentes tiene toda la razón.

sábado, 19 de mayo de 2007

De hambre y de injusticia

Cuatrocientos niños del Movimiento los Chicos del Pueblo han caminado casi 5.000 kilómetros, hasta la mítica plaza de Mayo de Buenos Aires, donde se les unieron miles de argentinos de cientos de organizaciones sociales y sindicales para gritar todos que "el hambre es un crimen". Porque lo es.


Dicen que la muerte por hambre es lenta, pero llega. A la otrora exultante Argentina llegó el hambre. Fue la crisis del “corralito”, fue el desmoronamiento de la economía argentina, fue la desaparición de la clase media en cuestión de meses, fue la instalación de la pobreza y la llegada del hambre. Y el hambre y la pobreza se quedaron.

Que nadie se llamé a engaño, esta tremenda situación, de la que a duras penas los argentinos empiezan a salir ahora, no fue por un maleficio extraño ni por mal de ojo o mala suerte. Fue por la acción y actuación de cientos o de miles de seres humanos (que de humanos tienen poco), dentro y fuera de Argentina, fieles a un sistema y a unos principios deleznables. El sistema, el capitalista neoliberal. Los principios, los que dicen que uno sólo se debe preocupar de sus asuntos, que lo primero es el beneficio y que es más importante tener y atesorar que ser, crear y solidarizarse.

¿Qué pensar de un país, de un continente, de un mundo que presume de civilizado, pero en el que sus niños mueren de hambre? Cuando alguien quiera analizar nuestro tiempo, cuando alguien pretenda averiguar cuánto de verdad y mentira hay en un sistema económico y social (el de mercado, el capitalista neoliberal) que tiene la pretensión de que no hay alternativa y de que éste es el mejor mundo posible, que recuerde que en el que fuera el país más próspero de América Latina, hay tanta hambre que los niños mueren de hambre. Y los niños se han de lanzar a la calle para exigir que se acabe con esa lacra vergonzosa.

Ésta es la cuarta marcha nacional en Argentina contra el hambre infantil. Los Chicos del Pueblo explicaron que este año "la marcha la iniciamos en la provincia de Misiones en homenaje a los 17 niños de menos de dos años que murieron por desnutrición el pasado año".

No digamos que el mundo es así, que no se puede hacer nada, que para hacer tortilla hay que romper huevos ni ninguna otra cobardía o majadería semejante. Siempre se puede hacer algo contra tanta injusticia y estupidez, por modesto que sea lo que se haga. Aunque sólo sea gritar de indignación, denunciar en voz alta, escribir hasta por las paredes, para crear un estado de opinión sólido, indestructible, que permita cambiar las cosas cuando las cosas son tan indignas y vergonzosas.
Que nadie se llamé a engaño, esta tremenda situación de la que a duras penas los argentinos salen ahora no fue por un maleficio extraño ni por mal de ojo ni por nada más que la acción y actuación de cientos o de miles de seres humanos (que de humanos tienen poco o nada), fieles a un sistema y a unos principios deleznables. El sistema, el capitalista neoliberal. Los principios, aquellos que dicen que uno sólo se debe preocupar de sus asuntos, también que lo primero son los beneficios, y que es más importante tener y atesorar que ser y crear.

¿Qué pensar de un país, de un continente, de un mundo que presume de ser civilizado en el qué sus niños mueren de desnutrición, de hambre? Cuando alguien quiera analizar nuestro tiempo, cuando alguien pretenda averiguar cuánto de verdad y cuanto de mentira hay en un sistema social y económico (el de mercado, el capitalista neoliberal) que tiene la pretensión de que no hay otra alternativa y que éste es el mejor mundo posible, que recuerde que en el que fuera el país más próspero de América Latina, hay tanta hambre que los niños mueren de hambre y que los niños se han de lanzar a la calle para exigir que se acabe con esa lacra vergonzosa.

jueves, 17 de mayo de 2007

De defensores de la libertad que se pasan de rosca



El señor Blair se va; don Anthony, primer ministro del Reino Unido de la Gran Bretaña durante diez años. El creador del ‘nuevo laborismo’ (invento para vencer a los conservadores), quién ha actuado en más ocasiones de las tolerables como un conservador. El sociólogo Anthony Giddens , que profundizó y actualizó (o tal pretendió) la socialdemocracia, dijo de Blair que era como Margaret Thatcher, pero sin bolso. Lástima que Blair no se hubiera ido antes. No lo escribo porque este prosista anhelara que en su lugar hubiera estado el tal Cameron o como se llame (el líder conservador). No. Es grato que se vaya, porque el señor Blair continuó los denodados esfuerzos de sus predecesores conservadores, incluida la nefasta Thatcher, para recortar las libertades de los británicos, en esta ocasión en aras de la lucha antiterrorista.

Blair ha sido la encarnación de la paradoja política, visto su mandato con los ojos más caritativos posibles. Paradoja porque para defender las libertades ciudadanas, individuales, amenazadas por los terroristas, ha recortado de modo notable esas mismas libertades ciudadanas e individuales.

Una moda peligrosamente seguida en los países democráticos desde el malhadado 11 de septiembre de 2001: para defender tu libertad de los malvados terroristas que la amenazan, te quito libertad. El fondo perverso (además de la perenne tentación de autoritarismo de todo poder ejecutivo) es que gobiernos elegidos democraticamernte actúan como si todos los ciudadanos fueramos potenciales terroristas, pues como a tales nos tratan. ¿Qué significa, si no es así, ese lamentable espectáculo de pasajeros sin chaquetas ni cinturones, con bolsitas transparentes con sus vergüenzas de aseo e higiene, pasando controles de seguridad en los aeropuertos? Ahí están los Berlusconi, Aznar, Putin, Bush, Uribe como botón de muestra de lo dicho. Pero no son los únicos.

Una reflexión se impone: si no se zanja la excesiva regulación de las libertades (con el pretexto de defender la libertad) los poderes elegidos democráticamente acabarán actuando como poderes autoritarios. Nos cargaremos la democracia. Y otra más: el límite de la libertad sólo es la libertad de los demás. En una democracia que no sea de boquilla, lo que siempre hay que procurar es aumentar las libertades de todos y no disminuirlas. Hemos de ser conscientes de que la democracia no es fácil ni la convivencia democrática una balsa de aceite.

miércoles, 16 de mayo de 2007

De sinvergüenzas y dignidad

El presidente del Banco Mundial, Paul Wolfowitz, en un patético último intento por conservar su puesto ha implorado a los miembros del Consejo Ejecutivo de esa entidad que lo mantengan en el cargo con la promesa de introducir cambios en su modo de dirigir y en sus modales.
¡A buenas horas mangas verdes!

Recordarán que el tal Wolfowitz (que antes fue peligroso Secretario de Defensa del gobierno de EEUU) está en la picota por haber aumentado el sueldo de su novia (que tenía un cargo menor en el Banco Mundial), porque le dio la gana, hasta cobrar incluso más que la secretaria de Estado, Condoleeza Rice.

No sé qué pensarán, pero lo último que ha de perder un ser humano, digno de tal nombre, es precisamente la dignidad, lo que en el mundillo taurino se llama vergüenza torera. ¡Eso de ponerse en plan llorica porque vas a perder el momio por tu mala cabeza!
Wolfowitz ha practicado una de las corruptelas más extendidas entre quienes tienen algún poder: beneficiar porque sí a los cercanos, amigos o amantes, pasándose por el arco de triunfo cualquier principio de decencia y ecuanimidad.

Lo malo de esos nuevos dueños del mundo es que no sólo suelen ser unos sinvergüenzas sino que además no tienen ni atisbos de dignidad.
Y hablando de sinvergüenzas, el destape del sumario de la llamada “Operación Malaya” (una mal oliente trama de corrupción y blanqueo de dinero que arrancó del ayuntamiento de Marbella) ha revelado que los principales implicados (el cerebro Roca, al ex alcalde y ex camarero Julián Muñoz…) han utilizado a sus familiares más directos para ocultar grandes cantidades de dinero negro y sucio, dinero procedente de delitos varios. Se han ocultado tras las faldas de mujeres, ex mujeres y amantes.

Tal vez la literatura, el teatro y el cine hayan consagrado un sinvergüenza simpático, quizás el que enraizaba con el pícaro del siglo XVI, pero los sinvergüenzas de hoy (Wolfowitz, Roca, Muñoz y otros muchos) ni siquiera caen bien, porque, además de ser unos caraduras sin pizca de estilo, son zafios y vulgares: no tienen la menor dignidad, ninguna vergüenza torera, que es el valor de aguantar el tirón aunque te vayan a cornear.

Son seres absolutamente escupibles, aunque sus trajes de alpaca, camisas y corbatas de seda, y zapatos de fina piel, los disfracen y camuflen casi del todo. Tal vez haya que hacer público y notorio nuestro profundo desprecio por personajes tan deleznables.

lunes, 14 de mayo de 2007

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Muchos días sin escribir. Ni un suspiro. Ochenta y un días. Pensé que tal vez no valiera la pena; que no había nadie en el espacio cibernético, internaútico, que ocupa este modesto blog. Nadie para leerlo. Bueno, salvo mi compañera de vida, mi hermano mayor (que en realidad es menor que yo, pero es más formal y serio) y, en alguna ocasión, alguno de mis hijos, aunque sin demasiada constancia, como debe ser.
Luego pensé que tenemos la palabra, que tengo la palabra. Y ese es un excepcional bagaje, un pertrecho extraordinario, una poderosa herramienta. Por otra parte, la palabra es mi oficio y entonces recordé aquello del efecto mariposa: el aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo; el aleteo de una mariposa en Hong Kong puede provocar una tormenta en Nueva York: la menor variación en las condiciones de una situación puede provocar que el sistema evolucione de forma muy diferente. ¿Quién sabe? Acaso éstas y otras palabras, críticas, lúcidas, convencidas (y tal vez convincentes) lleguen a estar en el origen de un efecto mariposa de consecuencias hoy incalculables, que adecente un poco este mundo injusto, banal y en ocasiones, estúpido. Por eso hay que volver.