
El propio Rajoy se desmarcó de tan irresponsable y apocalíptica afirmación, y ahora el señor Aznar, como los párvulos cuando la maestra les reconviene, dice que él no lo dijo. “¡Yo no he sido, yo no he dicho eso!” Recurre Aznar a una de las trampas falaces más utilizadas por las gentes de derecha: quedarse en la epidermis y que le den por el saco al contenido.

Alguien creerá que es anecdótico. No lo es. Es significativo, sugerente, el maldito botón de muestra que deja las vergüenzas al aire. No me gusta la derecha, aunque se disfrace de centro o de lagarterana. No creo que tengan gran cosa que ofrecer a la inmensa mayoría de ciudadanos. Pero esa derecha concreta nacional-catolicista que tenemos en este país es de juzgado de guardia. Si no fuera tan peligrosa, mentirosa y manipuladora, daría risa. Pero no da risa, porque si vuelve al gobierno de la nación, estamos jodidos.
Y no es que Zapatero me entusiasme. En absoluto o, como dicen en Madrid, para nada. Pero este país es tan desgraciado que un mal menor parece algo bueno. A fin de cuentas, Zapatero, Solbes y unos cuantos más de esas siglas gobernantes lo que son de verdad es derecha civilizada con unas capas de eso que se llama lo social.
Y no es que Zapatero me entusiasme. En absoluto o, como dicen en Madrid, para nada. Pero este país es tan desgraciado que un mal menor parece algo bueno. A fin de cuentas, Zapatero, Solbes y unos cuantos más de esas siglas gobernantes lo que son de verdad es derecha civilizada con unas capas de eso que se llama lo social.
Otros, los que mienten y tergiversan la historia pasada y reciente sin el menor rubor, dicen ser demócratas, pero sólo cuando la democracia sirve claramente a sus intereses. Porque pueden gobernar y porque pueden mangonear.
Por todo ello es un gravísimo error considerar que lo democrático es ver la vida política de este país como la liga de fútbol. En la Liga, da igual ser de un equipo u otro, porque, simpatías personales aparte, todos son aceptables, aunque unos suban y otros desciendan a segunda. La vida política no es un campeonato y, en tanto los ciudadanos no sean conscientes de eso, este país no tiene remedio. ¿Qué hacer? Recuperar (aunque sea poco a poco) el sentido ético de la política y de la vida.
Por todo ello es un gravísimo error considerar que lo democrático es ver la vida política de este país como la liga de fútbol. En la Liga, da igual ser de un equipo u otro, porque, simpatías personales aparte, todos son aceptables, aunque unos suban y otros desciendan a segunda. La vida política no es un campeonato y, en tanto los ciudadanos no sean conscientes de eso, este país no tiene remedio. ¿Qué hacer? Recuperar (aunque sea poco a poco) el sentido ético de la política y de la vida.
2 comentarios:
Esa es la respuesta a todo el desaguisado que pasa en España: Recuperar el sentido ético de la política y de la vida. Y yo añadiría la honradez, la cordura, la valentía, y por supuesto, la vergüenza torera. Besos. Vicky.
No es que no me guste esta derecha es que no los soporto. No soporto sus mentiras, su zafiedad, su manipulación. No entiendo como hay todavía tanta gente que les vota y les jalea. Puedo entender que les voten los ricos a los que siempre han favorecido, pero mira que llega a ser tonto y perverso que los vote un trabajador o un pensionista a los que siempre han dado por el orto, con perdón.
Cada vez que imagino que vuelven al poder me dan escalofríos. Y Aznar, sin ninguna duda, es un desequilibrado, no lo digo sólo yo, lo dijo un conocido y prestigioso psiquiatra, Castilla del Pino, aunque él no fue tan sutil.
Besos.
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