
El señor Blair se va; don Anthony, primer ministro del Reino Unido de la Gran Bretaña durante diez años. El creador del ‘nuevo laborismo’ (invento para vencer a los conservadores), quién ha actuado en más ocasiones de las tolerables como un conservador. El sociólogo Anthony Giddens , que profundizó y actualizó (o tal pretendió) la socialdemocracia, dijo de Blair que era como Margaret Thatcher, pero sin bolso. Lástima que Blair no se hubiera ido antes. No lo escribo porque este prosista anhelara que en su lugar hubiera estado el tal Cameron o como se llame (el líder conservador). No. Es grato que se vaya, porque el señor Blair continuó los denodados esfuerzos de sus predecesores conservadores, incluida la nefasta Thatcher, para recortar las libertades de los británicos, en esta ocasión en aras de la lucha antiterrorista.
Blair ha sido la encarnación de la paradoja política, visto su mandato con los ojos más caritativos posibles. Paradoja porque para defender las libertades ciudadanas, individuales, amenazadas por los terroristas, ha recortado de modo notable esas mismas libertades ciudadanas e individuales.
Una moda peligrosamente seguida en los países democráticos desde el malhadado 11 de septiembre de 2001: para defender tu libertad de los malvados terroristas que la amenazan, te quito libertad. El fondo perverso (además de la perenne tentación de autoritarismo de todo poder ejecutivo) es que gobiernos elegidos democraticamernte actúan como si todos los ciudadanos fueramos potenciales terroristas, pues como a tales nos tratan. ¿Qué significa, si no es así, ese lamentable espectáculo de pasajeros sin chaquetas ni cinturones, con bolsitas transparentes con sus vergüenzas de aseo e higiene, pasando controles de seguridad en los aeropuertos? Ahí están los Berlusconi, Aznar, Putin, Bush, Uribe como botón de muestra de lo dicho. Pero no son los únicos.
Una reflexión se impone: si no se zanja la excesiva regulación de las libertades (con el pretexto de defender la libertad) los poderes elegidos democráticamente acabarán actuando como poderes autoritarios. Nos cargaremos la democracia. Y otra más: el límite de la libertad sólo es la libertad de los demás. En una democracia que no sea de boquilla, lo que siempre hay que procurar es aumentar las libertades de todos y no disminuirlas. Hemos de ser conscientes de que la democracia no es fácil ni la convivencia democrática una balsa de aceite.
1 comentario:
¿Qué solución darías a las amenazas terroristas? Me gustaría que hicieras un comentario sobre este tema. Besos Vicky.
Publicar un comentario