Es una mujer y forma parte de una concentración de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) para exigir que se rompa cualquier negociación con ETA por siempre jamás amén. Debe tener entre 40 y 45 años, melena castaño oscuro hasta los hombros y la boca abierta de grito; viste una americana de gales o tejido parecido y lleva un bolso de cuero marrón claro en bandolera, pero destaca el brazo derecho estirado y la mano abierta: el saludo fascista. No dudo de que haya muchos socios de la AVT de autentica buena fe, pero no tengo la menor duda de la calaña falaz, manipuladora y miserable de sus dirigentes, por lo menos de los que se pirran por los micrófonos y las cámaras de TV, de los que ansían constantemente los quince minutos de gloria que vaticinó Andy Warhol para todos los seres humanos por lo menos una vez en la vida; quienes hacen el trabajo oral sucio al que no se atreven los más neofranquistas dirigentes del PP. En esa concentración de AVT, presidida por el inefable Francisco José Alcaraz, al tiempo que se exigía que “se aclare la verdad del 11-M” (¿de qué coño de verdad hablan?), han gritado con ira “Zapatero dimisión”, “Aznar vuelve”, “España merece otro presidente”, “Rovira cabrón, España es mi nación” (en referencia a Carod-Rovira) y “España, aguanta, tu pueblo se levanta”. Todo una fraseología de recios aires patrioteros franquistas y ridículos.
En lo que al terrorismo se refiere en este país, los ciudadanos de buena voluntad estamos entre dos fuegos cruzados. Por un lado los fascistoides irredentos de la AVT y similares, los mismos que gritaban meses atrás a Pilar Manjón (presidenta de la asociación de víctimas del atentado del 11 M en Madrid, que perdió a su hijo en esa feroz masacre): “¡Métete a tus muertos por el culo!”, en irracional ataque de rabia por haber perdido las elecciones quienes todos sabemos un día de marzo. Son quienes con una ignorancia aplastante y una mala fe no menos voluminosa exigen conocer no se sabe qué verdad sobre el 11M, sin querer reconocer que la detallada y amplia instrucción sobre ese brutal y repugnante atentado la desarrolló personal del poder judicial. ¿Acaso los jueces y sus funcionarios han falseado la verdad? Son quiénes atentando contra toda lógica y contra todo deseo real de paz han agarrado el terrorismo (especialmente el de los descerebrados de ETA) como ariete que les permita regresar a la situación anterior al 14 de marzo de 2004. Son quienes prefieren la tranquilidad a la paz, sabedores de que tranquilidad viene de tranca, como demostró durante cuatro décadas cierto general bajito de voz atiplada.
Vaya por delante, para que nadie se llame a engaño, que este escribidor no ha votado nunca al PSOE ni es probable que lo haga, tampoco se beneficia de cargo, contrata, prebenda, canonjía o similar que provenga de administración pública alguna gobernada por el POSE ni tampoco por ningún otro partido ni desea hacerlo. Esclarecido tal extremo, veamos la otra parte del fuego cruzado que sufrimos. El “entorno” de ETA (eufemismo que designa a quienes han vivido durante años –y aún viven- bajo la protección de la violencia de ETA) también se luce en cuanto abre la boquita. En este caso, como ha escrito un psicoanalista vasco afincado en Madrid, antifranquista militante durante la dictadura, “la violencia ilegítima de ETA –y su “entorno” añado yo- no es sino expresión de una pulsión de muerte endogámica, porque quienes la practican viven en un mundo mítico aparte, coreando las consignas de la tribu, no mezclándose con los otros para evitar la alteración que produce la relación con los que son diferentes”. Que es un sabio modo de decir de qué pelaje son los de ETA y también quienes se colocan bajo el paraguas de ETA como el muchacho debilucho del espot televisivo que busca la protección de su primo de Zumosol.
Tienen en común esos dos fuegos que se cruzan la irracionalidad más completa. Los del brazo en alto, los de la AVT y acólitos parecidos, ciertos voceros mediáticos, radiofónicos y otros (a modo de leninistas grupos de asalto a favor del regreso del PP al precio que sea) se concentran en la mentira como una de las bellas artes, la falacia grosera y el insulto barriobajero. Los del “entorno” del Movimiento de Liberación Vasco (Aznar dixit y que conste que eso está grabado en vídeo) tampoco aman la verdad y se caracterizan por una pusilanimidad, una flojera moral y una falta de arrestos que hacen que no se atrevan a designar las cosas por su nombre. Y así, resulta que “el proceso de solución al conflicto no está roto", según Arnaldo Otegi poco después de conocerse que había estallado un automóvil bomba en la T4 y que Rodríguez Zapatero ha dado orden de cortar todo diálogo con ETA. Y sigue el tal Otegi que ese proceso "es la única alternativa eficaz para que el escenario cambie definitivamente en este país". Como en el chiste del tonto del pueblo, que ante un galimatías teológico en el sermón del cura responde como si de una divinanza se tratara, ¡la gallina!, en el caso del portavoz batasuno hay que concluir que es difícil ser más retorcido y más semánticamente cobarde. Recuerdo un compañero medio loco en sus proyectos y empresas que se proponía, pero lúcido en su mirada sobre las cosas que solía decir, rechazando precisamente actitudes como la de Otegi: “Hambre es hambre y guerra es guerra, no me jodáis”.
Con lo fácil que sería para los del “entorno” reconocer que lo que desean con toda su alma es la independencia del País Vasco o Euskal Herria, como a ellos les gusta, y dejarse de templar gaitas. Con lo fácil que sería reconocer en voz alta –si tuvieran arrestos para ello que no parecen tenerlos- que les faltan agallas para condenar las rechazables muertes que causa ETA y que no hay violencia que dañe a seres humanos (más aún si se pone en peligro la vida) que se justifique por ideal político alguno.
Esto va para largo, precisamente porque estamos en un fuego cruzado de irracionales a los que les importa un carajo la verdad y que sólo van a lo suyo, pero con muy malas artes.