Navegando por la prensa digital, he leído una entrevista con Neus Catalá, una superviviente del campo de concentración nazi de Ravensbrück. Hace mucho tiempo que no me sentía tan impresionado por un ser humano con tanta entereza, con tanta sensatez, con tanta lucidez y con tanto coraje.
Neus, que tiene 91 bien vividos años, es una republicana de arriba abajo, en el más nítido y pleno sentido de ser republicano, que va más allá, muchísimo más allá, de querer sustituir la monarquía por una forma de estado cuya jefatura no sea sucesoria y sí elegida.
Neus era enfermera cuando las tropas rebeldes de Franco entraron en Barcelona en enero de 1937. Cruzó la frontera y se enroló enseguida en la resistencia francesa, hasta que un miserable boticario la denunció a la Gestapo nazi. La enviaron al campo de exterminio de Ravensbrück y allí continuó resistiendo. Hoy no quiere olvidar, aunque le suponga dolor, porque se lo debe a las compañeras que murieron en aquel infierno. Tenía buena salud y eso la libró de la muerte inmediata, pero la trasladaron a Flossenbürg, un campo de exterminio de hombres, donde trabajó en una fábrica de balas antiaéreas. Con sus compañeras, saboteó cuanto pudo la producción de proyectiles, reduciéndola a la mitad, echando en la máquina escupitajos, serrín, moscas o lo que se les ocurría, jugándose la vida. Por las noches, mantenían la moral alta organizando sesiones de contar cuentos, cantando tangos o enseñando y aprendiendo idiomas, pero vivían rodeadas de muertes por tifus, por hambre, gaseadas, devoradas por los perros, ahogadas en las comunas, reventadas por inyecciones de gasolina.
Hoy, desde la lucidez valerosa de sus fructíferos 91 años, a la vista de todo lo que pasa, se pregunta: “¿Por qué no protesta más la gente?” Y remata: “Si nosotros no hacemos política, la harán los enemigos”.
Creo que lamentablemente ya no quedan personas como Neus, a pesar de que son necesarias, imprescindibles. Estos son tiempos de gentecillas banales, estúpidos codiciosos, cobardes unidos, acoquinados por la vida que no han sabido hacer otra cosa que tener, tener y tener, en lugar de ser. Neus tiene razón: más y más ciudadanos deben volver –o probablemente ir por primera vez- a la política, ciencia, arte o lo que les de la gana de organizar las relaciones de poder, de armonizar los diversos intereses en la economía (más allá de la basura falaz que pretende que ‘el mercado’ es un dios sabio que regula y controla el mundo) y de hacer que se cumpla y respete de una jodida vez la declaración universal de derechos humanos.
Neus tiene toda la razón: o los ciudadanos hacemos política y no se la dejamos a ‘los políticos’ o estamos perdidos.
viernes, 19 de enero de 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario