sábado, 30 de diciembre de 2006

Malas noticias a finales de año

Enviado el blog de hoy sobre lo cortés y lo valiente, leo en un diario digital dos malas noticias. El tirano Sadam Hussein ha sido ahorcado en cumplimiento de la sentencia de muerte a la que fue condenado en un juicio lleno de irregularidades. La otra es que ETA ha hecho explosionar una furgoneta en la modernísima terminal T 4 de Barajas con el resultado de heridos leves por la onda expansiva del estallido y dos jovenes ecuatorianos desaparecidos, que se teme estén sepultados bajo los escombros causados por la explosión..

Son dos muy malas noticias, porque la ejecución de una persona, por legal que se pretenda y por bárbaro dictador que haya sido el ejecutado, es una pésima noticia; nos retrotrae a los tiempos en los que el simulacro de justicia sólo era venganza y , además, es una muestra de que nuestro mundo más o menos democrático continúa conteniendo preocupantes cotas de incivilidad. Y mala la explosión en Barajas, porque que ETA haga un órdago de esa especie no sólo indica que son más burros y cobardes de lo que uno creía, sino que no tienen impedimento alguno en facilitar munición a la derecha neofranquista que volverá a aburrirnos con sus berridos presuntamente patrioteros y de pretendida dignidad. Esos de ETA son de los que creen que cuanto peor, mejor.

El presidente del Gobierno ha dicho en rueda de prensa que ha dado orden de suspender de cuajo cualquier aproximación a la banda, como no podía ser de otra manera. Dos sólo dialogan si ambos quieren. Pero, aclarado esto, déjenme que les diga que todos los objetivos retóricos y grandilocuentes en política suelen ser muestra de mala fe o de peligrosas derivas teológicas (no políticas) que sólo conducen al desastre. Me refiero a los que presuntamente se concretan en frases altisonantes (esloganes publicitarios, en realidad) como "patria o muerte" o, en nuestro caso, "ETA debe ser absolutamente derrotada"o algo parecido.

Quienes gritan lo primero, apuestan por la muerte en cualquiera de sus versiones (repasen algunos fragmentos de la historia latinoamericana de las últimas décadas, por decir algo). Y quienes berrean lo segundo no quieren la paz de verdad como tampoco la seguridad de las potenciales víctimas. Algunos parecen también (como los del pasamontañas) ser partidarios de cuanto peor, mejor. Ya se sabe, a río revuelto...

Por cierto, es muy fácil enviar a los soldados a la muerte, cuando uno no va, escudándose en discursos patrioteros (caso de Bush y Blair, pongo por caso, pero hay otros). Y abundando en lo que empieza a ocurrir tras el estúpido y bárbaro atentado de ETA en la terminal 4 de Barajas, da la impresión de que algunos ya se frotan las manos; me refiero a esos miserables que manipulan a las víctimas del terrorismo y se camuflan y ocultan tras ellas, porque son incapaces de dar la cara para defender a las claras su política, tal vez porque saben que por reaccionaria y mentirosa sería escupida por muchos ciudadanos y ciudadanas.

Y en cuanto a ETA y "su entorno" (incluidos los patéticos batasunos), peor para ellos si no les interesa el diálogo. Que dejen de tener alucinaciones y de inventarse una historia que no ha existido nunca y que aterricen de una puñetera vez en la cruda realidad. Cómo he dicho en alguna ocasión, los nacionalismos me parecen penosos, ucrónicos y tramposos, incluido el español (¡eso de jugar con los sentimientos y las emociones de las gentes!), pero pretender emular a estas alturas algunos legítimos procesos políticos propios del siglo XIX o, cuanto más, de la primera mitad del siglo XX, es no tener ni pajolera idea de en qué mundo se vive, además de ser unos trileros históricos de mucho cuidado.
Pero sigo deseando que las cosas les vayan bien a pesar de todo.

Lo cortés no quita lo valiente y vicerversa

A punto de acabar el año, no resisto comentar una noticia de poca trascendencia, pero altamente significativa en mi modesta opinión. Me refiero a la reciente actitud y conducta del Partido Popular en el Ayuntamiento de Salamanca que, con su voto negativo, ha impedido que se anulara –simbólicamente, por supuesto- el acta municipal que en el malhadado año 1936 expulsó a Miguel de Unamuno como concejal de ese ayuntamiento. La presunta razón de esa inexplicable negativa ha sido, según un portavoz ‘popular’, que esa propuesta de alegórica rehabilitación de Unamuno como concejal salmantino formaría parte de la perversa intención del PSOE de aislar al PP, sin referirse en absoluto al contenido de la misma.

Para quienes no lo recuerden, Unamuno (a la sazón no sólo ciudadano ilustre de Salamanca sino rector de su universidad y concejal de su corporación municipal) fue expulsado de todos esos ámbitos, después de que las tropas de Franco ocuparan la ciudad, tras un incidente en el paraninfo de la Universidad. El bárbaro y disminido general Millán Astray gritó entonces su patéticamente famoso “Muera la inteligencia”, que completó con un “Mueran los intelectuales”. Unamuno, en medio de agresiones verbales y conato de otras físicas de falangistas asilvestrados sueltos, presentes en el acto, le respondió. “Venceréis, porque tenéis las fuerza bruta, pero no convenceréis”. Poco después fue expulsado de todas las instancias cívicas de las que formaba parte.
Setenta años después, los herederos del franquismo continúan con su medieval actitud de “mantenella y no enmendalla”. Y, a pesar de lo penoso y lamentable de la situación, ésta tiene un lado positivo, porque una vez más se les ve el plumero a quienes no cesan de mentar el estado de derecho y en ocasiones tienen la osadía de presentarse como paladines de la libertad. ¿Qué sabrán de la libertad, salvo de la suya y la de sus cómplices de compadreo, urbanístico entre otros? Se cree en serio en la libertad cuando deja de ser una legítima reivindicación personal e individual y se piensa y pelea por la libertad de los demás. Lo demás son hostias más o menos grandilocuentes.

Lo escrito no debe ser entendido como un alegato a favor del PSOE, de su gobierno o de su política. En absoluto. Este país parece ser tan desgraciado que el PSOE se puede considerar como un mal menor. Y; para que nadie se llame a engaño respecto a este escribidor bloguero, el PSOE está llegando (como siempre hizo en el pasado) a la fase en la que decepciona a unos cuantos ciudadanos (este escribidor, entre ellos). Decepciona, porque se queda corto y pacato en la redacción de ley de memoria histórica; decepciona porque no se mantiene firme ante las insidias y torpes maniobras de la jerarquía de la Santa Madre Iglesia Católica española en sus ilegítimas reivindicaciones; decepciona, porque se empeña a toda costa en buscar un consenso con el neofranquista Partido Popular, que no tiene otra intención que recuperar el poder al precio que sea, incluidas falacias de diversos calibres, utilización de víctimas, presión de la Santa Madre Iglesia o lo que se tercie.

Permítanme que les esclarezca que denomino neofranquistas a los ‘populares’ hasta que los hechos de este partido demuestren otra cosa; lo que no significa que todos sus miembros sean neofranquistas de facto, como sí parecen serlo (por sus frutos los conoceréis decía aquel valeroso muchacho galileo) la mayor parte de los miembros de su cúpula directiva, es decir, los que cortan el bacalao.

Esta situación me recuerda una de esas deliciosas majaderías que se utilizan con lo niños más chicos. Es esa en la que los padres de la criatura se ponen ante la misma con los brazos abiertos y le preguntan al retoño. ¿A quién quieres más, a papá o a mamá? Habitualmente, el niño se lanza en los brazos de uno y después del otro. Bueno, pues imagínense que papá es un probado maltratador de criaturas y mamá, una borracha que abandona a sus hijos. En esa situación, un niño sensato se daría la vuelta y diría o pensaría: “Anda y que os den morcilla; yo me voy con los abuelos”, por ejemplo. Lo malo es que nosotros, sufridos ciudadanos y ciudadanas españolitos, no podemos irnos a casa de los abuelos. No podemos decir (un suponer); nos vamos todos a Andorra, a Noruega o a Islandia.

Pero lo cortés no quita lo valiente y el hecho de que el PSOE empiece a ser decepcionante no quita que el PP sea lo que es, ni tampoco que apenas huelan la cultura y espíritu democráticos, salvo en el uso de una retórica penosa, reiterativa y cansina de palabras huecas.
Aprovecho esta coyuntura para desearles que ustedes tengan una buena entrada de año 2007, por lo menos la entrada, porque en el resto del año que se avecina, de momento pintan bastos.
¡Que la fuerza los acompañe!

sábado, 23 de diciembre de 2006

Feliz vergüenza torera para 2007

No me ha tocado la lotería de Navidad, pero por lo menos me devuelven los veinte euros que me costó el décimo; volveré a jugar para el Niño, pero entonces ya no me tocará ni un euro. Siempre ha sido así en mi caso, pero el ser humano es el único ente vivo que tropieza dos, tres y las veces que haga falta con la misma jodida piedra. No les voy a dar la vara (o la brasa, como dicen los chicos ahora) con ningún tedioso tópico sobre el consumismo navideño, el derroche en estas fechas o historietas similares, pero, puesto que algunos y algunas tal vez lean este blog en ocasiones, no renuncio a hacer un guiño, agradecer la atención y desearles de todo corazón, como dicen en México, que les vaya bonito.

Sin embargo, no hay ninguna razón ni indicio sólidos para pensar que el 2007 será mejor que el 2006, a pesar de los millones de deseos de felicidad que se emitirán, escribirán o pronunciarán estos días hasta el uno de enero, pero lo cierto es que la esperanza y el coraje son lo último a lo que hay que renunciar; es más, si se pierden del todo, sólo queda el caos letal, la necedad cósmica. Por esa razón hay que confiar en que, mal que bien, podemos evitar que las cosas vayan a peor. Es un buen objetivo y es razonable. Como daba a entender la letra de “L’estaca”, canto de lucha de los setenta que interpretaba ese excelente músico que es Lluis Lach cuando era más joven y tenía más pelo, los problemas gordos son cosa de todos y todos han de aportar su granito.

Esa gilipopllez calvinista (tan esparcida en montones de películas jolivudenses), que proclama en algún momento del filme alguno de los personajes de que “yo sólo me cuido de mis propios asuntos” no contempla el hecho de que esos ‘propios asuntos’ son siempre mucho más amplios, gruesos y graves que los que concibe la estrechez mental de guionistas cinematográficos completamente miopes cuando no, ciegos. Por eso, como cantaba Llach, si tú estiras con fuerza por aquí y yo estiro con fuerza por allá, seguro que cae y etcétera.

Finalmente, como ustedes deben saber, en el caso a que se refería la metáfora de la estaca, las cosas no sucedieron como habíamos previsto, pero algo se logró, aunque intervinieran la madre naturaleza y los ciclos vitales. Y, a pesar de los pesares, posiblemente hubiera sido mucho peor de haberse comportado todo el mundo como un rebaño de ovejas. Por cierto, no se fíen de los revienta-todo, de los que descalifican sin concesiones y sólo son capaces de hacer juicios generales siempre destructivos y siempre sin matiz alguno, porque una cosa es la crítica (por dura e implacable que deba ser, que debe) y otra la desesperanza sistemática que conduce inexorablemente a la desesperación. Y, tras la desesperación, sólo está la muerte, la nada.

Este escribidor no era especialmente ‘fan’ de don Camilo José Cela, pero coincidía con el desaparecido Nóbel en uno de sus más repetidos aforismos personales. “Quién resiste vence; el que aguanta, gana”. Pues de eso se trata.

Y, en cualquier caso, en este mundo de nuestras desdichas, en estos tiempos de banalidad, cabronada y mediocridad entronizadas, hay que resistir, es preciso estar frente a la estupidez, la mentira, la codicia desbocada, la injusticia y la mala gente. ¿Por qué?, preguntará el descontento desesperanzado de turno. Y le respondemos: Por vergüenza torera, una hermosa e ibérica forma de denominar la dignidad de los seres humanos.

viernes, 22 de diciembre de 2006

Algo más que un ritual

Leo en la prensa que “Bush refuerza la presión militar sobre Irán. EE UU aumenta su despliegue naval en el golfo Pérsico como advertencia al régimen de Teherán”. Genial. El amigo Georges Walker (Bush para el resto del mundo) no aprende ni a tiros, y nunca mejor dicho. Enzarzado en el lío de Irak, del que es incapaz de salir bien parado, ya prepara con entusiasmo y evidente memez el próximo cataclismo irresoluble. No sé si alguno de sus consejeros (que, por lo visto, merecen ser despedidos) le ha advertido de que con Irán en manos de los más reaccionarios musulmanes que corren por ahí, se arriesga a tener otro Vietnam, pero multiplicado por cuatro. Y uno se pregunta, además de los intereses económicos (a menudo tan ilegítimos y obscenos), ¿qué impulsa con tanta fuerza a cometer tan ingentes majaderías que tanto dolor y sufrimiento causan? ¿La vanidad? ¿Un trauma infantil porque papá no nos quería bastante y prefería a los hermanitos? ¿Haber querido ser siempre más altos y más guapos? ¿Haber querido tener un pene más largo y grueso? Lo cierto es que los seres humanos (especialmente los varones) nos las pintamos como perpetradores de las más notables estupideces, de las más increíbles cabronadas y de las más sonoras injusticias.
En el caso de Georges Walker me da en la nariz que hay un problema previo de reducido coeficiente intelectual, posiblemente agravado por su desmedida y pasada afición al etanol que, como es sabido, suele dejar algún que otro daño cerebral. Está documentado que el bueno de Bush junior fue un empresario infame que fastidió todo lo que intentó hasta que los amigos de papá (como el señor Dick Cheney, hoy su corrupto vicepresidente) iban y le salvaban de la quema. Y como era un pésimo empresario, quiso probar como presidente.

Eso es lo grande de la democracia, que sobrevive a los más grandes necios, a los iluminados y a los sinvergüenzas. No les daré nombres, pero, hagan como si jugaran en aquel famoso concurso, el "Un dos tres", y por un euro digan mandatarios de los últimos treinta años que no han logrado arruinar del todo a sus países ni hacer desaparecer los sistemas democráticos por más que no les ha faltado empeño.

Al sistema democrático le pasa como creyó intuir aquel escritor británico (no recuerdo si Graham Greene o Woodehouse) que se convirtió al catolicismo y, al ser interrogado por las razones de su decisión, explicó que escuchó el sermón de un cura católico y, tras oírlo, concluyó que el catolicismo tenía que tener protección especial de Dios para sobrevivir a majaderos como aquel presbítero. Pues a la democracia le pasa tres cuartos de lo mismo. Si sobrevive (en ocasiones aguachinada o descafeinada, cuando no francamente puteada), tal vez sea por ser el sistema político menos malo que se nos ha ocurrido hasta la fecha a los mequetrefes de los seres humanos. Lo que sucede es que pocos se la creen de verdad y se tiende a utilizarla según a uno le convenga y cuando se necesita; un poco como ir de putas. Y, para ser sinceros, queda camino por recorrer para que lo que significa ‘democracia’ (poder o gobierno del pueblo, aunque yo prefiero hablar de ciudadanos y ciudadanas) sea una realidad. Por ejemplo, democracia no es sólo votar cada cuatro años; por supuesto que no, con el agravante de que hemos llegado a un punto en el que no se puede optar al poder político si no se tiene mucho dinero para pagar las carísimas campañas electorales (caso evidente de EEUU) o te aceptan en un club muy selecto y restringido (la llamada clase política, concepto antidemocrático donde los haya), que es lo que sucede (con algún matiz que otro) en la vieja Europa.
En la excelente película del realizador argentino Adolfo Aristarain “Lugares comunes” (una brillante reflexión sobre la lucidez como condena y necesidad), el personaje que interpreta estupendamente Federico Luppi, cuando muestra su desencanto, su decepción por como han ido las cosas, dice: “yo me quedé en mil siete 89”, que es como dicen los argentinos los números de los años. Se quedó en 1789, año en el que se inició la Revolución Francesa, en los ideales de aquella revolución.
¿Tiene razón el personaje de Luppi? Aún estamos algo lejos de tomarnos en serio lo que significa democracia. Me da que muy a menudo nos quedamos en el ritual, en la liturgia y, tal vez, en la oratoria, gestos incluso, pero democracia a fondo, poder de los ciudadanos y ciudadanas, imperio de los derechos humanos...

jueves, 21 de diciembre de 2006

El mundo al revés

En el filme “Los intocables de Elliot Ness”, cuando Al Capone es condenado tras un largo y accidentado juicio, el gángster grita al juez: “¿Es esto justicia?”, mientras unos guardias se lo llevan, se supone que al talego.
Capone no reclama verdadera justicia (que ya le han aplicado con la pena de varios años de cárcel), lo que lamenta es que le haya fallado el ardid de sobornar al jurado para que lo declarara inocente, porque el agente federal Ness ha convencido al juez para que intercambie las personas de ese jurado (sobornadas por los sicarios del gángster) por las de otro juicio de una sala de al lado, que no lo han sido. Al Capone no reclama pues justicia (salvo lograr sus turbios fines, claro, que no son justicia sino crimen); se lamenta por no haber podido salir bien librado al descubrírsele el pastel.

Me ha venido esa secuencia peliculera a la memoria tras conocer la peculiar reacción (por decirlo de forma caritativa) de algunos altos cargos del Partido Popular ante la actuación judicial y la información de los medios contra los sinvergüenzas del nuevo chanchullo urbanístico de Andratx en Mallorca (también miembros del Partido Popular) del que supongo tienen conocimiento aunque sea a grandes rasgos.

De igual modo que Capone clamaba falsamente por la justicia (que no conocía ni en pintura), algunos dirigentes ‘populares’ encausados (o aún no) se presentan como víctimas de la persecución del gobierno y de los medios informativos afines al mismo y no como los presuntos malhechores que son. El mundo al revés.

Tan al revés como cuando los franquistas juzgaban y condenaban a republicanos, cuyo único “delito” había sido ser leales a la República, ¡acusados de “adhesión a la rebelión”!, cuando los únicos rebeldes fueron ellos. Por lo visto entre los legítimos herederos del espíritu franquista lo del mundo al revés aún tiene cancha.

Les da igual que los jueces dictaminen lo que sea (que el atentado del 11 M fue obra de islamistas descerebrados o que un “conseller” balear le sopló al alcalde de Andratx que iba a ser detenido por presunto chorizo urbanísitico) porque ellos continúan empeñados en lo suyo erre que erre y en su papel de víctimas. Cada vez se les ve más el plumero, pero sería de desear que más y más ciudadanos se dieran cuenta de su real calaña y los dejaran más solos que la una, elección tras elección. Lo contrario no los justificaría, más bien significaría que este país está peor de lo que parece.

Este escribidor no suspira por ningún partido de derecha, pero, puesto que parecen inevitables, desea que cuanto menos sean civilizados y democráticos (más o menos como el PSOE, vamos).
Que todos los dioses del Olimpo nos libren de los parafranquistas, criptofranquistas o neofranquistas disfrazados o maquillados de demócratas para alejar por siempre el mundo al revés de este desdichado país.

martes, 19 de diciembre de 2006

¿Un mundo con tendencia suicida?

¿Les suena Louise Harbour? No es una cantante presuntamente seductora ni una tenista y aún menos una estrella de Hollywood o una friqui de las que ocupan con poco cerebro y menos vergüenza abundantes horas de programas basura; es la Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos. Doña Louise ha dicho que la pobreza -¡por dios, que mal gusto, hablar de pobreza!- es un ataque a la dignidad humana. Otro caballero, cuyo nombre desconoce la mayoría de gentes del planeta, es Mohammad Yunus, premio Nobel de la Paz. Según él, la pobreza se ha de combatir como auténtica causa de terrorismo. Y ha añadido que la pobreza es uno de los principales enemigos de la paz. Y, ¿saben?, tiene más razón que un santo, en el supuesto de que los santos, por serlo, tengan razón.
Desde que la ONU acordó trabajar para conseguir los famosos Objetivos del Milenio (reducir la pobreza a la mitad para 2015) estamos casi donde estábamos. ¿Difícil de lograr? Yunus nos recordó, cuando recibió su premio Nobel, que quisimos ir a la Luna y llegamos a la Luna. “Conseguimos lo que queremos conseguir”, añadió. ¿Acabar con la pobreza es algo que realmente queremos lograr?
No les marearé con cifras que muestran que con lo que se gasta en armamento en un año se podría acabar con toda la pobreza.

¿Qué ocurre con los seres humanos que parecemos más predispuestos a jorobarnos unos a otros que a echarnos una mano? Pero tampoco nos percatamos de que si no se lucha contra la pobreza por solidaridad (porque somos capaces de ponernos en el lugar del otro, de meternos en su piel) deberíamos hacerlo por puro egoísmo y afán de supervivencia.

Al paso que vamos, acabaremos viviendo en una burbuja rodeada de vigilantes de seguridad, porque los pobres de la Tierra, los que pasan hambre, los que no tiene agua potable, los que ven morir a sus hijos por diarreas que en Occidente se curan con una pastilla, los que están permanentemente jodidos, los que no obstante saben que hay otros modos de vivir (porque las parabólicas y los satélites han hecho el mundo realmente global antes que Internet y los móviles), y que también hay derroche y ostentación (porque lo ven en la caja tonta y debe ser como mentarles la madre), todos esos pueden llegar a cabrearse tanto que ríete tú del mundo que pinta Mad Max. El terrorismo no deja de ser un avance del mundo de locos al que nos encaminamos.

Tal vez sea como el cuento del alacrán y la rana. El alacrán quería cruzar un río caudaloso y le pidió a la rana que lo pasara sobre la espalda. La rana dijo que no, que no se fiaba, pero el alacrán juró por todos sus muertos que de ninguna manera, que sólo quería llegar a la otra orilla. La rana accedió y, cuando estaban en medio del proceloso río, el alacrán le pego a la rana un aguijonazo de padre y muy señor mío. Mientras se hundían en las aguas, con el inevitable final de ahogarse ambos bichos (porque, evidentemente, la rana, herida muerte, empezó a hundirse), ésta le preguntó: “¿Por qué? ¿Por qué? Ahora moriremos ambos”. Y el alacrán le respondió; “Lo siento. Es mi naturaleza”

Me gustaría pensar y creer que la naturaleza de los seres humanos no es el absurdo suicidio que se manifiesta hasta ahora y que, por el contrario, como proclaman y gritan los altruistas de este planeta, ‘otro mundo es posible’, algo mejor que esta porquería que nos toca sufrir. Pero eso será siempre y cuando nos apretemos los machos, porque la lotería sólo toca a muy poquitos y si esto ha de dejar de ser un basurero para ser más decente y digno, todo quisque ha de arrimar el hombro.

martes, 12 de diciembre de 2006

Los muertos los ponen los ciudadanos

A las ocho y pico de la mañana, echo un vistazo a la versión digital de “El País”. Tras las abundantes referencias y colas de la muerte del dictador Pinochet (incluidas admirativas y admiradas respuestas de seguidores del monstruo corrupto, gentes con alma de esclavo), en tercero o cuarto lugar de importancia informativa, leo que “Al menos 54 personas han muerto y 146 han resultado heridas hoy tras la explosión de un coche bomba en la plaza de Tayaran, en el centro de Bagdad, según ha informado la Policía. El ataque tuvo lugar a las 7 de la mañana. Al parecer, el terrorista suicida hizo detonar su coche justo al lado de otro vehículo cargado con explosivos, lo que provocó una enorme explosión.”
Y entonces van Bush y Blair y dicen (hace unos pocos días) que van a estudiar un enfoque nuevo en la zapatiesta de Irak. Casualmente ambos lamentables líderes mundiales afirman tal cosa tras conocer el estudio sobre qué hacer en Irak, realizado por un equipo de demócratas y republicanos, presidido por James Baker (secretario de Estado con papa Bush y que no es precisamente un destacado progresista ni tampoco un pacifista confeso). Ese estudio concluye que lo mejor que se puede hacer en Irak es marcharse, aunque fije la fecha de largarse para principios de 2008. Poco después de que Bush y Blair no nos sorprendieran con esa nueva majadería, el alcalde de Ishaki (un localidad de mayoría suní a unos cien kilómetros al norte de Bagdad), Amer Alwan, denunció que unos helicópteros estadounidenses habían lanzado proyectiles contra dos casas de un núcleo de ese pueblo y habían muerto 32 civiles de los que la mayoría eran niños y mujeres. Más ciudadanos desarmados muertos.
Y, mira por donde, me da la gana de recordar ahora que, cumplido el quinto aniversario de los atentados del 11 de septiembre, hace un par de meses mal contados, un informe del Comité de Inteligencia del Senado de EEUU, (basado en información desclasificada de la CIA), aseguraba que el ex-dictador iraquí, Sadam Hussein, no prestó ningún apoyo material a Al Qaeda ni tuvo la menor relación con el líder de la banda terrorista en Irak, Abu Musb Al Zarqawi, como se pretendió. De hecho, ese informe del Senado desmontó todas las justificaciones de la guerra de Irak, porque afirma con contundencia que Sadam Husein no confiaba en Al Qaeda y más bien consideraba a los extremistas islámicos una amenaza para su autoritario régimen. Pero aún hay más, porque dieciséis agencias de espionaje dependientes del Gobierno de EEUU han elaborado un informe en el que dicen sin el menor empacho que la invasión y ocupación de Irak es la principal razón de la extensión de la ideología yihadista (la que defiende la guerra santa) en el mundo. Dichas agencias no se han cortado un pelo en contradecir de pleno la tontería proclamada en su día por el presidente Bush de que el mundo es más seguro desde la caída de Sadam Husein. Y, por si no fuera suficiente, la propia ONU, en un estudio elaborado por expertos en terrorismo realizado por encargo del Consejo de Seguridad, señala que Al Qaeda "se ha beneficiado al interpretar un papel central en la lucha en Irak y estimular el aumento de la violencia sectaria" en el país árabe. "Irak le ha proporcionado (a Al Qaeda) muchos reclutamientos –continúa el informe- y le ha supuesto un excelente campo de entrenamiento". O sea, que la guerra de Irak ha servido a Al Qaeda como centro de entrenamiento y de reclutamiento. Genial. Si al amigo Bush se le ocurre montar un circo de "friquis", le crecen los enanos y se le cae el vello facial a la mujer barbuda
Entonces, ¿qué ha conseguido el buenazo de Bush con ese otro circo de la guerra de Irak? Algo ha logrado, sí, porque utilizando políticamente el miedo al terrorismo, Bush no ha dudado en sacrificar valores elementales de la democracia, aprobando una ley contra sospechosos de terrorismo que destruye las garantías mínimas de un Estado de derecho: facilita la detención ilimitada de los supuestos terroristas, los enjuicia por comisiones militares sin derecho de apelación ni garantías procesales; deniega el principio constitucional del "hábeas corpus" para prevenir detenciones ilegales; y admite pruebas secretas o declaraciones sacadas bajo tortura, además de otros ramalazos de tufo totalitario. Un hermoso retorno a los peores tiempos de la Inquisición. O del nazismo. Pero aún hay mucho más entre lo que se ha conseguido con la invasión de Irak y que no podemos olvidar: los muertos.
Ha habido y hay tantos muertos cada día en la guerra de Irak (casi nunca personas armadas, por cierto) que ese dato casi ha dejado de ser noticia de portada en los periódicos y en los sumarios de los informativos de los canales de televisión. Sin embargo, un informe publicado recientemente en la revista médica británica "The Lancet" calcula que han perdido la vida 655.000 personas desde el malhadado día en que las tropas anglo-estadounidenses invadieron Irak hace tres años y ocho meses. Una media diaria de 500 muertes por jornada. No está mal, cuando el objetivo proclamado para justificar la invasión fue aumentar la seguridad.
Por cierto, "The Lancet" no es el boletín ni el portal de ninguna organización izquierdista ni pacifista sino una de las más prestigiosas revistas médico-científicas del mundo. El informe expone el trabajo de un nutrido equipo de médicos de la Universidad Mustansiriya de Bagdad (que hicieron el trabajo de campo en los campos de batalla y las ciudades medio destruidas), dirigidos por expertos de la Escuela de Salud Pública de la Universidad John Hopkins, de Baltimore (EEUU). El trabajo distingue a los muertos en dos grupos, según la causa del fallecimiento. Por enfermedades u otras causas relacionadas indirectamente con el conflicto bélico han muerto 54.000 personas; es decir, las que quizás hubieran muerto de todos modos de no haber habido invasión. Pero eso significa que 601.000 perdieron la vida por acciones violentas, acciones de guerra. Los muertos, víctimas de acciones de las tropas de la Fuerza Multinacional fueron unos 190.000, pero esa cifra contrasta con los soldados de esa misma fuerza que han perecido violentamente, unos 3.000. Una escandalosa desproporción, ¿no? El resto de fallecidos son atribuidos a los atentados que no cesan y violencia armada entre suniíes y chiíes.
Una vez más, en las guerras -las injustas y descabelladas guerras de nuestro tiempo- la violencia y el enfrentamiento los montan los políticos profesionales y los ejecutan los militares. Pero los muertos los pone el pueblo, los ciudadanos de a pie.
¿Algunos sujetos que se reunieron festivamente en las islas Azores hace un tiempo no deberían pedir perdón a los ciudadanos de Irak y del mundo?

lunes, 11 de diciembre de 2006

De los patriotas, "libera nos domine"

Recuerdo con dolor un once de septiembre, el del año 1973. Este escribidor era muy joven y, junto a su colega de aventuras periodísticas Jordi Joan Sánchez, escuchábamos ambos en un transistor, en la terraza de su piso en Barcelona, la noticia del golpe de Estado en Chile encabezado por el nefasto Pinochet, uno de los canallas más destacados de este perro mundo, que ya es mérito, habida cuenta del "hit parade" de sinvergüenzas y repugnantes enemigos de la humanidad que lo contaminan. Ahora, cualquiera que se acerque a este blog sabe que ese cobarde criminal de guerra ha fallecido de muerte natural sin rendir cuentas a la justicia. No sólo por la habilidad de sus abogados (excelentemente bien pagados con el fruto de las rapiñas del dictador), no sólo por los temores y demoras explicables de dirigentes y ciudadanos chilenos, sino por la complicidad y cobardía –cuando no algo mucho peor- de muchos civilizados demócratas con responsabilidad y poder que le echaron capotes y le salieron al quite en varias ocasiones. Sin ir más lejos, la señora Tatcher de infausto recuerdo gubernamental y otros políticos presuntamente demócratas de cuerda similar. Pero también un recuerdo y agradecimiento a chilenos con coraje y decencia como el juez Guzmán y el abogado Contreras que aguantaron bien alto el pabellón de la dignidad nacional chilena al perseguir legalmente sin tregua y con valor al dictador para que fuera juzgado.
Quiero reflexionar en voz alta sobre la que fuera la justificación última de ese monstruo, hoy fallecido. Augusto Pinochet dijo en más de una ocasión que hacía lo que hacía porque “amaba a Chile por encima de todo". Menos mal que le movía el amor. Pero quiero resaltar el recurso a “la patria”, refugio de tantos cobardes y sinvergüenzas que en el mundo son y han sido. Patria, como quizás alguien recuerde, significa estrictamente ‘los padres’, nominativo plural de ‘pater-patris’, el padre. No está mal como origen etimológico, pero con el tiempo se ha alejado de ese sentido inicial que nos relaciona con nuestros padres y por extensión con nuestros ancestros, para convertirse en un extraño y equívoco ente etéreo que -cajón de sastre- significa todo lo que se le quiere hacer significar. Un auténtico peligro, como la Historia viene mostrando una y otra vez.
A este escribidor le pasa lo que a aquel general alemán y nazi que comentaba chistoso y temible que ‘cuando oía la palabra cultura, al momento echaba mano a su pistola’. No soy de los que usa ni ama usar pistolas ni otros artilugios de similar catadura, pero, parafraseando al nazi citado y únicamente a efectos de inventario, pensando en todos los pinochet que pululan y han pululado, cuando oigo que alguien cita la patria o su amor por la patria, me tienta echar mano a la pistolera, si la tuviera. Por puro recurso a la legítima defensa, entiéndase bien. No olviden que los españolitos tuvimos que soportar durante cuarenta años a otro patriota y que hoy continuamos sufriendo a patriotas que han heredado su espíritu, su ilícita ambición y su poca vergüenza, aunque afortunadamente hoy no gobiernan.
De la patria y sobre todo de los patriotas,”libera nos dómine”.

domingo, 10 de diciembre de 2006

Nota adenda sobre corrupción y lavado

¿Qué les decía hace poco de la corrupción en la cosa inmopiliaria, del dinero negro y de la sospecha de que la construcción desmesurada de pisos en España se utiliza para lavar dinero sucio. Ahí tienen un dato significativo al respecto. El 26% de los billetes de 500 euros (¡83.000 pelas de las de antes!) de la UE circula por España. Estamos hablando de 106 millones de billetes de 500 euros. Y la tendencia va a más. ¿Tenían alguna duda? Pues no la tengan, porque el dato es de quien debe saberlo mejor que nadie por oficio: Hacienda. Por pura casualidad, ese porcentaje coincide casi del todo con el volumen de economía sumergida que se considera que hay en España: alrededor del 25%. Ahora Hacienda intenta desenmascarar a los grandes usuarios de billetes de 500 euros y ya ha detectado 2.100 operaciones realizadas con billetes de 500 euros que les han puesto la mosca tras la oreja de que algo podrido se cuece. Otrosí, en cada una de esas operaciones que huelen mal, se usan más de 1.000 billetes de 500 euros, por tanto, el valor mínimo de cada operación es de medio millón de euros y el importe total de las 2.100 sospechosas supera los 1.050 millones de euros, que es una nadería de más de 170.000 millones de las desaparecidas pesetas. Ah, por cierto, la mayor parte de esos movimientos tiene que ver con el susodicho sector inmobiliario y se dan en el arco mediterráneo y en Madrid que, hasta que no se demuestre lo contrario, son los lugares donde más apesta el citado sector empresarial, sólo con fijarnos en las indagaciones hudiciales puestas en marcha. Y, para que vean que esta historia de la española abundancia de billetes de 500 euros no es anecdótica, sepan que en Francia (63 millones de habitantes, 19 más que España), sólo circulan 10 millones de billetes de 500 euros.
Lo dicho, corrupción pura y dura, más grandes dosis de lavado de dinero puerco.

viernes, 8 de diciembre de 2006

Cuando los sinvergüenzas lavan más blanco

Leo en “El Periódico de Cataluña” de hoy que una mayoría de ciudadanos españoles considera que el mundo de las empresas es uno de los más corruptos, corrompidos. Esto refleja una encuesta de la organización “Transparency Internacional” (dedicada a denunciar el fenómeno de la corrupción en todo el mundo) según su Barómetro Global de la Corrupción 2006.
Qué casualidad, hace unos pocos días, les hablaba de uno de los sectores empresariales más corrompidos, corruptos y corruptores en nuestro país de países: el inmobiliario y de la construcción. O sea que los españolitos de a pie parecen tener una percepción ajustada de las cosas, según esos datos de “Transparency”. Y en cuanto a la abundancia de adjetivos calificativos de unas líneas atrás es porque en eso de la corrupción, como en lo de hacer el amor o pelearse, para que existan ha de haber dos que quieran, no sólo uno. En plata: si hay corrompidos es porque hay corruptores.
Pero hay un aspecto de la corrupción sobre el que se pasa de puntillas. ¿Qué pasa con el dinero fruto de la corrupción? Y no me refiero a gastarlo ostentosa y obscenamente, que es lo que suele ocurrir. ¿Qué pinta ese dinero que no es limpio, que no ha pagado impuestos, en el estirado y presuntamente respetable mundo de la economía legal? Muy sencillo: se integra plenamente en el mismo como si no pasara nada. Lo hace mediante concienzudos y complejos procesos de lavado que lo dejan más impoluto que aquel detergente de los años setenta que lavaba más blanco que nadie. Les apuntaba además este escribiente, que la fiebre y especulación constructora de viviendas en España pudiera tener otra explicación más de la que no se suele hablar. La de modo eficaz y seguro de lavar enormes cantidades de dinero sucio o incluso muy sucio. Déjenme que les esclarezca algo. Llamamos dinero sucio o negro al conseguido por uno de estos medios: por estafa a todos los ciudadanos (al evadir el justo e imperativo pago de impuestos) o al conseguido con los más canallas y rechazables modos: el catálogo completo de crímenes perpetrados por las organizaciones de delincuentes o por los aprendices aventajados del crimen (aunque vistan traje de alpaca con camisa y corbata de seda), que incluyen corrupción, extorsión, secuestro, estafa, enjuagues económicos ilegales varios y un muy largo etcétera. ¿Cómo? Podríamos celebrar ahora los diez años de la Declaración de Ginebra, elaborada y firmada por más de 2.000 jueces y magistrados europeos en esa ciudad suiza. Fue un llamamiento a los gobiernos y a los parlamentos para acabar con esa Europa menos confesable, la de los discretos paraísos fiscales en propio territorio europeo (islas del canal de La Mancha, Gibraltar, Liechtenstein, Luxemburgo, Mónaco, Andorra…), paraísos que ocultan y protegen de forma descarada los capitales de oscuro origen. Los firmantes de la declaración se impusieron entonces el deber de estudiar la delincuencia del dinero de altos vuelos. El resultado de su trabajo se publicó aquí con el expresivo título de “Atlas de la criminalidad financiera” (Akal. Madrid, 2002). Ese fruto de la investigación de jueces y magistrados, denunció que una enorme masa de dinero sucio pasa de mano en mano en los mercados financieros, en algunos bancos (demasiados) todos los días y no pasa nada. Millones y millones de euros diarios. Y sepan ustedes que no hay corrupción que valga ni crímenes organizados rentables posibles sin paraísos fiscales… ni cierto modo de concebir el mundo de las finanzas, que es el que hay. Y sepan también que, como dijo cierto político de izquierda en un momento de lucidez y valor, “los mercados (incluidos los financieros) tienen nombre y apellidos”. O sea, que esto no es una catástrofe natural inevitable como un terremoto o un tsunami.
Conozco hombres y mujeres que han sido condenados implacablemente a nueve y diez años de prisión por haber intentado contrabandear una maleta o una bolsa con cocaína (de los que por lo menos cinco o seis reales los pasan tras las rejas), pero aún he de encontrar en las cárceles patrias una proporción aceptable de esos ciudadanos respetables de bancos, agencias de cambio, abogados sin escrúpulos o intermediarios financieros que son los cómplices necesarios (cuando no algo peor) del indecente lavado del dinero mas sucio que uno imaginarse pueda. Ahora bien, esa basura es posible para empezar, porque en la Europa unida de las finanzas, el secreto bancario no se pone en cuestión. Es dogma de fe, sacramento intocable, y quien ose ir contra el mismo es hereje digno de la hoguera. Pero en realidad, el secreto bancario es una excelente coartada para muchas sinvergonzonerías y una magnífica tapadera de asuntos que huelen mal. El informe de los jueces, al que me he referido al principio, denuncia que “esta Europa de las cuentas numeradas y del secreto financiero es utilizada para reciclar el dinero de la droga, del terrorismo, de las sectas destructivas, de la corrupción sistemática, de la evasión fiscal y de las actividades mafiosas”. Y sospecho que tales señores sabrán por oficio de qué hablan.
El resultado de toda esa ceremonia de confusión financiera, no sólo consentida sino me temo que querida en nombre de la sagrada libertad de los mercados, da como resultado que el mundo financiero legal y el crimen organizado se apoyan mutuamente y, además, tienen cosas en común. Por ejemplo, ambos odian las reglamentaciones y los controles del Estado. Las finanzas legales, porque consideran cualquier control como un ataque a la sagrada, santificada y divina libertad del movimiento de capitales. Y, en cuanto a los canallas evidentes, delincuentes organizados en mafias protegidas por deshonestos gabinetes jurídicos y corrupciones varias, porque odian cualquier control, cualquier ley, cualquier norma, salvo la de ganar cuanto más mejor en el menor tiempo posible.
Según la ONU, el dinero sucio (el obtenido con el tráfico ilegal de armas, de drogas, especies protegidas o de seres humanos; por la fabricación de moneda falsa, fruto de fraudes masivos, honorarios de la corrupción, conseguido con trata de blancas para la prostitución, con trabajo esclavo clandestino…) utiliza los mismos circuitos que las finanzas especulativas. Éstas últimas, legales, por cierto. Las organizaciones criminales han utilizado y utilizan con facilidad la patente de corso que constituyen la globalización y, sobre todo, la libérrima circulación de capitales. Un dato preocupante así lo muestra. La cifra mundial de negocios con dinero sucio, conseguido con malas artes y crímenes por distintas organizaciones criminales, según la ONU, no es menor de 650.000 millones de euros. ¡Una auténtica pasta!
La economía criminal está íntimamente ligada a la legal y continuará estándolo si no se reforma en profundidad el movimiento de capitales y no se pone coto al secreto bancario y a la especulación financiera. Veamos un botón de muestra. Para quienes no sepan cuáles son los perjuicios del blanqueo de dinero, cientos de miles de millones de dólares, ya blanqueados, se invierten especulativamente en deuda estatal en países con economías poco boyantes. Esas inversiones buscan un rendimiento alto y rápido y, así, grandes delincuentes de todo el mundo controlan una parte importante de la deuda oficial de países vulnerables. Sepan que según estudios de Naciones Unidas, esa actividad especulativa del crimen global organizado ha influido de forma importante -siempre negativa- en las diversas crisis financieras y económicas de las últimas décadas. Ante las crisis, los organismos financieros internacionales obligan a los países en crisis a tomar medidas de austeridad económica. Esas medidas dan lugar al cierre de las empresas o recortes masivos de plantillas y generan un aumento el desempleo de forma acelerada. Entonces, crece la ilegal economía sumergida, que es campo abonado para la economía criminal. La ONU lo reconoció en una de sus conferencias para la prevención del crimen, una que se celebró en El Cairo hace unos años: “La penetración de los sindicatos del crimen se ha visto facilitada por los programas de ajuste estructural que los países endeudados se han visto obligados a aceptar para tener acceso a los préstamos del Fondo Monetario Internacional”.
O sea que lo de la corrupción y el consiguiente lavado de dinero sucio no sólo es una cuestión ética -que también- sino que afecta (o puede afectar mañana, pasado...) a nuestra vida cotidiana, a nuestro bienestar, a que nuestra vida sea buena, decente o un porquería. Qué cosas.

miércoles, 6 de diciembre de 2006

Este no es el mejor de los mundos

No sé cuál es su nombre, sólo que es una mujer africana de unos treinta y tantos años. Camina por un terreno árido y yermo en el que quizás se ven un par de arbolillos medio secos y recoge dos piedras del tamaño de un puño. Les quita el polvo con cariño y las mete en una ajada bolsa de cuero; luego se encamina decidida hacia una paupérrima cabaña. Coge una vieja olla, la llena de agua hasta la mitad, que vierte de un pellejo oscuro y cuarteado, recoge unas cuantas ramas, las amontona y las enciende. Coloca las piedras en el interior del agua de la olla, coloca ésta sobre el fuego y la tapa; entonces espera removiendo el agua. En la miserable cabaña, apenas un techo de hojas y un par de tramoa de paredes de caña y más hojas, tres niños tumbados sobre una raída alfombra, de cinco a nueve años, de negra piel y ojos enormes, miran con atención la olla y a su madre que remueve lentamente el agua del recipiente con una sonrisa. Al cabo de un rato, el vapor de agua pugna por salir de la olla, entonces la mujer negra dice alegre: “Ya casi está la cena”. Los niños, que contemplan como hipnotizados el vapor de agua que hace saltar alegremente la tapa de la olla, se duermen uno tras otro. Entonces la mujer apaga el fuego y tira el agua que ha hervido inútilmente y las piedras que han servido para crear la ficción, el espejismo, de una cena que no era, pero que ha evitado que los niños se durmieran angustiados por un día más de no poder comer nada.
Esta no es una situación excepcional ni tampoco el fruto de la febril imaginación de un guionista. Forma parte de un documental que una organización solidaria con los más pobres de los pobres del mundo ha filmado, montado y distribuido para denunciar una situación común y, sobre todo, tremendamente representativa de ese olvidado submundo en el que cientos de millones de personas (835 para ser precisos según Naciones Unidas) sufren hambre. Ni gazuza, ni apetito sino hambre con mayúscula.
No es broma. El último estudio de la ONU sobre la pésima, injusta y vomitiva distribución de la riqueza en el mundo, deja muy clarito, diáfano, que un 2% de los más ricos ¡poseen más de la mitad de la riqueza de la tierra!, pero la mitad más pobre de la población de la Tierra sólo es propietaria de apenas un 1% de la riqueza. Los resultados de tan obscena desigualdad están a la vista, como denuncia el citado docuemtal, por ejemplo. El valor estremecedor de este estudio es que no se ha realizado sobre las típicas cifras de macroeconomía, sobre las grandes cantidades de riqueza –o no- de las naciones sino sobre la riqueza –o no- de los hogares, de las personas corrientes y molientes, sobre el dinero que tienen o no tienen.
"Bueno, pero eso de la negra que no tiene con que dar de comer a sus hijos pasa en África y ya sabemos lo que es África", podría rebuznar el listillo a la par que cabrito de turno. Pues ese sujeto ha de saber que, como dice el refrán, en todas artes cuecen habas, y en esta España de nuestro amores y desdichas (o Estado Español según quien lo diga) a día de hoy, un 20% de ciudadanos y ciudadanas de todas edades y sexos malviven (y nunca mejor dicho) con la mitad del salario mínimo interprofesional o aún menos; o sea, con menos de 315 euros mensuales (la mitad de 631 euros al mes, dicho salario con dos pagas extraordinarias anuales prorrateadas). Ya no les hablo de cocer piedras hasta que sus hijos se duerman contentos y amorosamente engañados, pero ¿ustedes vivirían con un mínimo de decoro con 315 euros al mes? Por no señalar que en la España de hoy (que es la potencia once o doce de los países desarrollados) hay 30.000 personas que no tienen donde caerse muertos; materialmente, ni siquiera una choza indigna, y han de vivir en la calle, al raso o, con suerte, en algún albergue municipal durante unos días. En Madrid, ciudad importante de faraónicas y ostentosas obras, por ejemplo, son 6.000 los que no tienen techo y pasan la noche como pueden, abrigados con cartones de embalar. Y esto no lo dice este escribidor que clama en el desierto sino “Cáritas”, una organización conocida por sus peligrosas convicciones revolucionarias troskistas que todo lo encuentra mal ¿no?
No sé como tenemos el ánimo de mirarnos al espejo sin que se nos caiga la cara de vergüenza. Siempre se puede hacer algo, aunque sea tan sencillo como intentar meterse en la piel del otro, del que las pasa putas, y gritar que esto es una porquería asquerosaemnte injusta, que no es el mejor de los mundos posibles sino que otro mundo es posible, más allá de las cobardías, egoísmos y trapacerías de quienes controlan la economía mundial y se lucran obscenamente de ello.

martes, 5 de diciembre de 2006

Debemos llamarles mafiosos

Uno recuerda que a partir de los años sesenta del siglo pasado –a pesar de que uno era entonces jovencísimo-, algunos espabilados (frecuentemente desertores del arado y siempre en estrecha y fraternal contubernio con la franquista dictadura), se forraron de la noche a la mañana con la muy acelerada construcción de enormes, mal hechos, feos y desangelados bloques de pisos que estropearon muchas de nuestras ciudades. Cientos de miles de inmigrantes, huyendo del hambre, abandonaban con dolor del corazón su Andalucía, Extremadura u otros lugares patrios para intentar mejor suerte en Madrid, Barcelona o el País Vasco. Aquella feroz especulación y poca vergüenza inmobiliarias dieron como resultado unos barrios incómodos y deshumanizados que, con el tiempo, fueron foco de todo tipo de problemas, que aún colean según lugares. En aquellos años era cierto que la vivienda era una necesidad flagrante, porque la gente inmigrada vivía en chabolas de mala muerte o amontonados en casas de familiares. Y continuaban llegando en trenes de madera con sus maletas de cartón. Pero en nuestros días, cuando esta España de nuestros desvelos (o Estado Español, según gustos) es rica y ocupa el lugar once o doce del 'hit parade' de los países más desarrollados del planeta, retorna la vieja especulación inmobiliaria con más brío, menos vergüenza y mayor peligrosidad que nunca, precisamente cuando aquí ya hay tres millones de viviendas vacías.
Les supongo enterados de los muchos chanchullos y choriceos que salpican esta vieja piel de toro; latrocinios varios que los medios informativos han dado a conocer, por lo que no les aburriré con la “Operación Malaya”, el imperio de Paco el Pocero contraataca, el turbio asunto de Cienpozuelos, el caso Andratx de Mallorca (no confundir con la infección por ántrax, aunque tal vez sí, acaso sean parientes) y un excesivo y vomitivo etcétera.
A propósito de la especulación inmobiliaria patria, don Miloon Kothari, alto funcionario de la ONU, relator del organismo internacional sobre el cumplimiento del derecho a una vivienda digna, tras investigar esa cuestión en nuestro país durante unas semanas, ha afirmado con contundencia que “es particularmente grave y una vergüenza la especulación urbanística desenfrenada de la vivienda en España ". Es más, don Miloon asegura que él no ha observado "casos tan graves de acoso inmobiliario en otras partes del mundo desarrollado.” Aserto que parece muy grave, porque los altos funcionarios de la ONU suelen ser prudentes en el habla y parcos con las palabras utilizadas y, si Miloon se ha desmelenado un tanto, ¿qué no habrá visto y oído?
En la especulación inmobiliaria hay gato encerrado y si no, ¿de donde nos viene, por ejemplo, esa frenética afición, desmedida y apasionada, por los campos de golf? Cuando algunos españolitos jóvenes triunfaron (y ganaron una pasta gansa) con el tenis hace bastantes años, se desató una especie de furia nacional por tan elegante deporte y un considerable lote de papás ibéricos inscribieron a sus vástagos en caras escuelas de tenis con la esperanza de que sus niños emularan a los Sánchez Vicario y les cubrieran el riñón con sus triunfos. Pero, oh, decepción, no se ha dado un proceso de emulación social de los golfistas. Si no se ha producido un desenfreno tumultuoso por jugar a ese deporte (muy recomendado para cardiópatas), ¿qué sentido tiene que España (o Estado español, según) se llene de campos de golf, como parecen perpetrar los muchos planes especulativos urbanísticos que nos invaden, además de destrozar los paisajes seculares? Y aún más, cuando eso ocurre en un país de secano que se desertiza a ojos vistas, como muestran todos los mapas estratosféricos de la Nasa que en el mundo han sido. ¿Por que esa súbita afición por el golf, salvo que alguien se haya creído que la práctica de tan soso deporte permite codearse con los poderosos y pillar cacho?
El señor Kothari no se ha cortado un pelo cuando ha asegurado que una cuarta parte de la población española está excluida de acceder a una vivienda digna por su muy elevado precio. O sea, la friolera de once millones de ciudadanos y ciudadanas. Y ha pedido al Gobierno que intervenga ya, que adopte “medidas inmediatas”, porque el problema de la vivienda en España es "el más grave de Europa y uno de los mayores del mundo", y la situación actual es "insostenible". Casi nada.
El lodazal de la especulación y la corrupción inmobiliarias forma parte de la lógica del viejo sistema económico que nos gobierna: el capitalismo. Según el poeta, narrador, catedrático y lúcido ensayista Rafael Argullol, el mayor mérito del capitalismo en nuestro tiempo es que ha conseguido que no se hable de él, ni siquiera los rojos. Algo grave y peligroso, porque, además, desde hace una veintena de años, sufrimos la peor versión posible del capitalismo que vieron lo siglos: la neoliberal, la de la moral del gangster, la del todo vale por los más soeces beneficios, la del crecimiento sin freno. Argullol, al referirse a los grandes corruptos (y corruptores, por supuesto) de la obscenidad inmobiliaria, esputa que “son casi extravagantes en su frenesí por el botín”. Y uno, que ya ha vivido un tanto, se pregunta a su vez: ¿Estarán tal vez enfermos?, psiquiátricos, por supuesto. ¿Precisarán de urgentes servicios de psicóanalistas argentinos a causa de los muchos resquicios de personalidad que pretenden vanamente tapar con la posesión indecente de muchas propiedades, una vulgar e insultante ostentación y un mal gusto que no tiene nombre? Chi lo sa. El alma humana es un pozo insondable. Y continúa Argullol. “Por una parte, las mafias extranjeras se abren camino a tiros; por otra, los [chorizos] locales y autonómicos, aparentemente sin tiros, pero con el aliento afilado y depredador del nuevo rico que a la postre resulta tan mortal como un disparo. A estos corruptores llamémosles mafiosos”. Me he permitido sustituir el sustantivo utilizado por el poeta y catedrático por el racial ‘chorizos’, por ser más explícito y rico en matices entre nosotros.
Y un apunte final para la reflexión nocturna, cuando uno apaga por fin la tele y se enfrenta a las horas de sueño, que tal vez no sean plácidas, porque el estrés acumulado con tanta porquería lo impide. Uno barrunta que una parte de toda la basura inmobiliaria especulativa tiene como objetivo principal –o adjunto, pero muy considerable- el blanqueo de dinero sucio, el lavado de dinero negro e ilegítimo. No sería la primera vez ni –me temo- la última.
¿Saben lo peor? Que para que una minoría (porque minoría constituyen al fin) resuelva sus problemas personales acumulando obscenos beneficios, una gran mayoría las pasa más canutas que Caín tras matar a Abel. ¿O lo del derecho a la vivienda digna, que proclaman la Declaración Universal de Derechos Humanos y la Constitución, es sólo decoración? Y encima no es políticamente correcto que gritemos a todas horas que son unos sinvergüenzas.

domingo, 3 de diciembre de 2006

Por nuestro bien

“Niño, no se debe mentir”, le dice el papá a su retoño y le castiga por haber mentido. "¡Me has mentido!”, protesta airado y con lágrimas en los ojos el amante engañado a su amada, saliéndoseles los ojos de las órbitas. “Si me mientes, te vas a enterar” amenaza quién sea al sujeto sobre el que cree tener poder. Y es que mentir está muy feo, de verdad. Mentira: Expresión o manifestación contraria a lo que se sabe, se cree o se piensa. Mentir: decir lo contrario de lo que se sabe, se cree o se piensa con intención de engañar a otro.
Sí que parece feo lo de mentir, pero hay que reconocer que en estos días la mentira ha sido elevada a los altares por el procedimiento de urgencia sin pasar previamente por la beatificación. Mintió Bush (muy chapuceramente, por cierto) para poder invadir Irak; mintió Ánsar, empeñado en cargarle el muerto del atentado del 11 de marzo en Madrid a los descerebrados de ETA (porque le convenía o tal creía); mintió el señor Zaplana cuando aseguraba que está en política por España (cuando corre por ahí una cinta en la que se le escapó que está para forrarse); miente Puttin cuando dice no saber nada de los asesinatos del ex agente secreto ruso Alexander Litvinenko ni de la periodista rusa Ana Politkovskaia. Miente Berlusconi cuando niega haber sobornado a jueces… Podríamos continuar, pero no quiero cansarles ni hastiarles.
¿Acaso no nos educaron en el rechazo a la mentira? Sí, así fue; debíamos huir de la mentira como de la peste y amar la verdad, pero lamentablemente eso era mentira.
La veneración por la verdad sólo se proclama en el escenario del teatro que es el mundo y, aún mejor, en el proscenio, que es la parte del escenario más próxima al público, donde hay más luz, donde se colocan los actores y actrices para saludar al respetable tras la función. Pero tras las bambalinas, tras los forillos, tras los decorados, ahí es otra cosa. Ahí se miente hasta el agotamiento, hasta la pornografía, hasta el aburrimiento. Mentira y falacia se entronizan. Se sacraliza y se hace crónico el engaño como una de las bellas artes para jorobar al prójimo. El actual imperio de la mentira es rechazable no sólo por razones morales, que también, sino porque afecta a nuestra vida concreta y cotidiana, y puede hacer que sea un poco más asquerosa si cabe, aunque una legión de mentecatos y mequetrefes crean que eso no tiene la menor importancia.
El filósofo italiano Paolo Flores D'Arcais dice que ir contra la verdad es ir contra la democracia y que ambos son indicadores inversamente proporcionales. Dicho de otro modo, la aceptación de la mentira en los asuntos que afectan a todos (que eso es la puñetera política y no otra cosa) o la derrotada resignación ante la mentira y la falacia son un termómetro de la casta, del pelaje y de la calidad de una democracia concreta. Ahora que está tan de moda hablar de la “calidad de vida” (expresión cursi e incompleta donde las haya), sería más propio exigir una alta calidad de la democracia. Joaquín Estefanía, que fuera director del diario “El País”, asegura que “la democracia es incompatible con la mentira en política. El político que miente es enemigo de la democracia, aunque lo hayan elegido democráticamente”. Y, mire usted, estoy completamente de acuerdo.
¿Y a quién le interesa este rollo de mentira y política? A todo hijo de vecino, porque si nuestros representantes en el Parlamento y el Gobierno (los políticos profesionales)van a los suyo y no a lo nuestro, si mienten y nosotros no nos inmutamos, las cosas irán cada vez peor para nosotros, los ciudadanos sin inmunidad parlamentaria ni cobertura financiera. Y ni siquiera les hablo de ética, pues eso ya sería para nota, no; les hablo de supervivencia digna, suficientemente digna. Para que se entienda, cuando un ser humano dice que “pasa de política” está diciendo algo así como “soy un majadero que no se preocupa un carajo de lo que necesita, que no se preocupa por lo que le interesa”, porque lo que es cierto (¡la Biblia, diría!) es que la política nunca pasará de él. Que los pisos sean inalcanzables para unos ingresos medios tiene que ver con la política; que los impuestos sean poco progresivos e injustos tiene que ver con la política; que las mujeres puedan llegar a cobrar lo mismo que los hombres por el mismo trabajo (algo que no ocurre)tiene que ver con la política; que los salarios avancen como caracoles asmáticos en tanto que los precios y los costes suben como la espuma, tiene que ver con la política; que los jóvenes puedan tener un trabajo con contrato indefinido y un salario decente (no para tirar cohetes, sólo decente), que les permita proyectar y planificar su vida, tiene que ver con la política; que mueran violentamente más o menos mujeres a manos de sus parejas o ex parejas tiene que ver con la política; que deje de haber ocho millones de pobres en España, de los que un elevado porcentaje son pobres severos tiene que ver con la política; que uno deba esperar meses para una prueba médica que permita diagnosticarle y tratarle, tiene que ver con la política… Ahora bien, si uno en su inmensa candidez concibe la política como la liga de fútbol, donde uno es del PP, el otro del PSOE, el de más allá de CiU, de Izquierda Verde o de la Chunta Aragonesista, como el que es del Madrid, del Atlético, del Barça, del Getafe o del Zaragoza, pues entonces apaga y vámonos, y a esperar que todo vaya cada vez peor. Éste es el juego de la cuerda, hermano, en el que dos equipos tiran de los dos extremos de una gruesa estacha. La cosa es que si un equipo afloja, el otro lo arrastra sin dificultad. Si los ciudadanos y ciudadanas aflojamos en nuestras exigencias, en nuestras reivindicaciones, en nuestra participación política, harán de nosotros lo que les salga de donde sea. Y no se trata sólo de votar cada equis años,que también.
¿Hay remedio? Claro, lo primero, no dejar pasar ni una en cuanto a mentira, a faltas a la verdad a nuestros queridos representantes políticos. Y, para que se enteren los neofraquistas camuflados o maquillados de demócratas de última hora y no se llamen a engaño, este escrito no es un ataque contra Zapatero, aunque a él también haya que controlarlo como político que es. No espero que los ciudadanos y ciudadanas asaltemos el Palacio de Invierno ni que tomemos la Bastilla (aunque tampoco estaría mal); sólo que actuemos como ciudadanos, que en un sistema democrático son los dueños de la política. En democracia, ciudadano, ciudadana, es el título más noble de un ser humano. Sólo sobre el papel, me dirán los escépticos. Cierto, pues hagamos que sea verdad también en la vida. Por nuestro propio bien.
Mi antiguo compañero de estudios periodísticos, Antonio Galeote, ha escrito recientemente que “la contaminación, la corrupción mental, empiezan en las palabras, en el lenguaje. Los terroristas –por ejemplo- ganan sus batallas cuando consiguen que se les califique de soldados y, en cambio, se llame terroristas a los resistentes. Los terroristas empiezan a ganar cuando se acepta que a la agresión se le llame defensa y a la defensa, agresión. Las palabras son importantes. No son lo único, pero son muy importantes. Son el primer paso para la comprensión. Porque, si no se llama a las cosas por su nombre, estamos perdidos.” Ese es el valor de las palabras. Y la mentira no es otra cosa que el lenguaje como trampa, como instrumento de miseria moral, como herramienta de engaño y de algo más: jorobarnos para el beneficio desmadrado o la satisfacción de una minoría.

sábado, 2 de diciembre de 2006

Esto se hincha

“La guerra contra el terrorismo es heredera bastarda de la guerra fría. Sus protagonistas estadounidenses también la han convertido en centro de la política. Como la guerra fría, también es un gigantesco programa de obras públicas que beneficia a expertos, ideólogos y charlatanes, y justifica un gasto militar sin fin. Además, otorga al Gobierno de EEUU una actuación cada vez más autoritaria”. Reflexión tan sesuda es de Norman Birnbaum, profesor emérito de la Universidad de Georgetow (EEUU). Viene a cuento a apropósito de las andanzas de Walker, nombre más íntimo y menos conocido de George Bush junior, ese caballero que tuvo problemas con el alcohol hace unos años (afortunadamente superados) y actual presidente de los EEUU de América. Walker ha prometido al primer ministro iraquí, Nuri al-Maliki, que las tropas estadounidenses permanecerán en Irak "hasta que el trabajo se complete". La famosa misión cumplida como se dijo hace un par de años a bordo de un enorme portaaviones, festejando el final en falso de la guerra de Irak; final en el que ingenuamente se creyó sólo porque las divisiones de EEUU y Gran Bretaña habían ocupado formalmente todas las ciudades iraquíes. Que la ocupación no significa victoria y aún menos el final de una guerra lo ha entendido de modo lúcido y documentado el historiador e hispanista británico Ronald Fraser quien ha escrito una amplia y detallada crónica de la guerra de independencia contra la ocupación de España por los ejércitos de Napoleón, pero desde la perspectiva de la gente, desde abajo, no desde el glamoroso ángulo de los elegantes generales cubiertos de entorchados. Del mismo modo que Napoleón se llevó una sorpresa de aquí te espero en la España que invadió en 1808, Walter no se acaba de creer que en Irak las cosas hoy están muchísimo peor que con Sadam Hussein, algo que parecía imposible. Esa misión que se pretendía cumplia, formulado con heroico y épico lenguaje, como de película de Bruce Willis o Denzel Washington, ha sido y es un desastre de dimensiones apocalípticas. Para el ex embajador español Menéndez del Valle, bastante entendido en asuntos internacionales, “no hay ‘misión cumplida’ que valga en Irak, a pesar de lo proclamado. Los soldados mueren casi a diario, el futuro del país es más que incierto y la economía de la región va muy mal.” Por no decir -añadimos en este modesto blog- que las milicias paramilitares(como la del clérigo suní Muqtada al Sáder, teóricamente en aceptable buena relación con el presunto gobierno iraquí) campan a sus anchas y se toman la justicia por su mano cuando les sale del sitio de los truenos. Sin ir más lejos, la semana pasada se cargaron unas decenas de chííes en respuesta a un atentado suicida que costó la vida a 200 suníes. Venganza pura y dura, como en los mejores tiempos vikingos, medievales de la mafia siciliana u otros similares.
Cinco años después del atentado contra las Torres Gemelas de Nueva York, cuando empezó todo este lío, sabemos casi todo sobre las perversas y mentirosas actuaciones del Gobierno de Bush (Walker para los amigos). Sumando además lo de las cárceles secretas fuera de EEUU para presuntos terroristas, los métodos de interrogación "duros” de sospechosos y, por si fuera poco, el propio Senado americano sostiene que no hubo vínculos entre Sadam Husein y Al Qaeda con lo que ha dejado al bueno de Walker con el trasero al aire, sin razón ni fundamento para su bélica y emocionante aventura. Pero lo que sí se ha conseguido con esa necia e injusta invasión es que Al Qaeda hoy sí esté instalada en la región y bien instalada. ¿Más beneficios de la fabulosa invasión de Irak? Fácil, fomentar el espíritu irracional y vengativo de la yihad en el mundo islámico, convertir a Irak en un polvorín al borde la guerra civil, hacer de ese país la más eficiente escuela de terrorismo, sin olvidar un generoso recorte los derechos civiles de los ciudadanos en EEUU y otros lugares en aras de una seguridad que no se concreta ni se puede concretar, por la elemental razón de que no se le pueden poner puertas al campo.
Pero por lo menos en Irak hay democracia, dirá con ardor un friki bien intencionado a la par que majadero. Hablar de un Irak democrático, porque ha habido un par de elecciones, es una macabra tomadura de pelo. Asesinatos, atentados, venganzas, masacres y secuestros en Irak forman parte del sumario de cualquier telediario que se precie. Eso no es democracia ni en la más generosa y delirante visión producida por la ingesta excesiva de alcohol etílico de alta graduación.
Y suma y sigue, porque aquí ocurre como en aquel chiste en el que uno le pega a otro en la cara y el agredido contesta en un patético intento de dignidad que le sale fatal. “Esto no quedará así”. Y entonces quien le ha propinado la bofetada contesta mirando la mejilla enrojecida por el tortazo: “Es cierto, no quedará así. Eso se hincha”.
Lo de Irak se hincha, pero no sólo en Irak… Y en Líbano, y en la franja de Gaza, y en cualquier lugar indeterminado de la vieja Europa que continúa mirando hacia otro lado como si todo ese lío no fuera con ella…