“La guerra contra el terrorismo es heredera bastarda de la guerra fría. Sus protagonistas estadounidenses también la han convertido en centro de la política. Como la guerra fría, también es un gigantesco programa de obras públicas que beneficia a expertos, ideólogos y charlatanes, y justifica un gasto militar sin fin. Además, otorga al Gobierno de EEUU una actuación cada vez más autoritaria”. Reflexión tan sesuda es de Norman Birnbaum, profesor emérito de la Universidad de Georgetow (EEUU). Viene a cuento a apropósito de las andanzas de Walker, nombre más íntimo y menos conocido de George Bush junior, ese caballero que tuvo problemas con el alcohol hace unos años (afortunadamente superados) y actual presidente de los EEUU de América. Walker ha prometido al primer ministro iraquí, Nuri al-Maliki, que las tropas estadounidenses permanecerán en Irak "hasta que el trabajo se complete". La famosa misión cumplida como se dijo hace un par de años a bordo de un enorme portaaviones, festejando el final en falso de la guerra de Irak; final en el que ingenuamente se creyó sólo porque las divisiones de EEUU y Gran Bretaña habían ocupado formalmente todas las ciudades iraquíes. Que la ocupación no significa victoria y aún menos el final de una guerra lo ha entendido de modo lúcido y documentado el historiador e hispanista británico Ronald Fraser quien ha escrito una amplia y detallada crónica de la guerra de independencia contra la ocupación de España por los ejércitos de Napoleón, pero desde la perspectiva de la gente, desde abajo, no desde el glamoroso ángulo de los elegantes generales cubiertos de entorchados. Del mismo modo que Napoleón se llevó una sorpresa de aquí te espero en la España que invadió en 1808, Walter no se acaba de creer que en Irak las cosas hoy están muchísimo peor que con Sadam Hussein, algo que parecía imposible. Esa misión que se pretendía cumplia, formulado con heroico y épico lenguaje, como de película de Bruce Willis o Denzel Washington, ha sido y es un desastre de dimensiones apocalípticas. Para el ex embajador español Menéndez del Valle, bastante entendido en asuntos internacionales, “no hay ‘misión cumplida’ que valga en Irak, a pesar de lo proclamado. Los soldados mueren casi a diario, el futuro del país es más que incierto y la economía de la región va muy mal.” Por no decir -añadimos en este modesto blog- que las milicias paramilitares(como la del clérigo suní Muqtada al Sáder, teóricamente en aceptable buena relación con el presunto gobierno iraquí) campan a sus anchas y se toman la justicia por su mano cuando les sale del sitio de los truenos. Sin ir más lejos, la semana pasada se cargaron unas decenas de chííes en respuesta a un atentado suicida que costó la vida a 200 suníes. Venganza pura y dura, como en los mejores tiempos vikingos, medievales de la mafia siciliana u otros similares.
Cinco años después del atentado contra las Torres Gemelas de Nueva York, cuando empezó todo este lío, sabemos casi todo sobre las perversas y mentirosas actuaciones del Gobierno de Bush (Walker para los amigos). Sumando además lo de las cárceles secretas fuera de EEUU para presuntos terroristas, los métodos de interrogación "duros” de sospechosos y, por si fuera poco, el propio Senado americano sostiene que no hubo vínculos entre Sadam Husein y Al Qaeda con lo que ha dejado al bueno de Walker con el trasero al aire, sin razón ni fundamento para su bélica y emocionante aventura. Pero lo que sí se ha conseguido con esa necia e injusta invasión es que Al Qaeda hoy sí esté instalada en la región y bien instalada. ¿Más beneficios de la fabulosa invasión de Irak? Fácil, fomentar el espíritu irracional y vengativo de la yihad en el mundo islámico, convertir a Irak en un polvorín al borde la guerra civil, hacer de ese país la más eficiente escuela de terrorismo, sin olvidar un generoso recorte los derechos civiles de los ciudadanos en EEUU y otros lugares en aras de una seguridad que no se concreta ni se puede concretar, por la elemental razón de que no se le pueden poner puertas al campo.
Pero por lo menos en Irak hay democracia, dirá con ardor un friki bien intencionado a la par que majadero. Hablar de un Irak democrático, porque ha habido un par de elecciones, es una macabra tomadura de pelo. Asesinatos, atentados, venganzas, masacres y secuestros en Irak forman parte del sumario de cualquier telediario que se precie. Eso no es democracia ni en la más generosa y delirante visión producida por la ingesta excesiva de alcohol etílico de alta graduación.
Y suma y sigue, porque aquí ocurre como en aquel chiste en el que uno le pega a otro en la cara y el agredido contesta en un patético intento de dignidad que le sale fatal. “Esto no quedará así”. Y entonces quien le ha propinado la bofetada contesta mirando la mejilla enrojecida por el tortazo: “Es cierto, no quedará así. Eso se hincha”.
Lo de Irak se hincha, pero no sólo en Irak… Y en Líbano, y en la franja de Gaza, y en cualquier lugar indeterminado de la vieja Europa que continúa mirando hacia otro lado como si todo ese lío no fuera con ella…
sábado, 2 de diciembre de 2006
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