A punto de acabar el año, no resisto comentar una noticia de poca trascendencia, pero altamente significativa en mi modesta opinión. Me refiero a la reciente actitud y conducta del Partido Popular en el Ayuntamiento de Salamanca que, con su voto negativo, ha impedido que se anulara –simbólicamente, por supuesto- el acta municipal que en el malhadado año 1936 expulsó a Miguel de Unamuno como concejal de ese ayuntamiento. La presunta razón de esa inexplicable negativa ha sido, según un portavoz ‘popular’, que esa propuesta de alegórica rehabilitación de Unamuno como concejal salmantino formaría parte de la perversa intención del PSOE de aislar al PP, sin referirse en absoluto al contenido de la misma.
Para quienes no lo recuerden, Unamuno (a la sazón no sólo ciudadano ilustre de Salamanca sino rector de su universidad y concejal de su corporación municipal) fue expulsado de todos esos ámbitos, después de que las tropas de Franco ocuparan la ciudad, tras un incidente en el paraninfo de la Universidad. El bárbaro y disminido general Millán Astray gritó entonces su patéticamente famoso “Muera la inteligencia”, que completó con un “Mueran los intelectuales”. Unamuno, en medio de agresiones verbales y conato de otras físicas de falangistas asilvestrados sueltos, presentes en el acto, le respondió. “Venceréis, porque tenéis las fuerza bruta, pero no convenceréis”. Poco después fue expulsado de todas las instancias cívicas de las que formaba parte.
Setenta años después, los herederos del franquismo continúan con su medieval actitud de “mantenella y no enmendalla”. Y, a pesar de lo penoso y lamentable de la situación, ésta tiene un lado positivo, porque una vez más se les ve el plumero a quienes no cesan de mentar el estado de derecho y en ocasiones tienen la osadía de presentarse como paladines de la libertad. ¿Qué sabrán de la libertad, salvo de la suya y la de sus cómplices de compadreo, urbanístico entre otros? Se cree en serio en la libertad cuando deja de ser una legítima reivindicación personal e individual y se piensa y pelea por la libertad de los demás. Lo demás son hostias más o menos grandilocuentes.
Lo escrito no debe ser entendido como un alegato a favor del PSOE, de su gobierno o de su política. En absoluto. Este país parece ser tan desgraciado que el PSOE se puede considerar como un mal menor. Y; para que nadie se llame a engaño respecto a este escribidor bloguero, el PSOE está llegando (como siempre hizo en el pasado) a la fase en la que decepciona a unos cuantos ciudadanos (este escribidor, entre ellos). Decepciona, porque se queda corto y pacato en la redacción de ley de memoria histórica; decepciona porque no se mantiene firme ante las insidias y torpes maniobras de la jerarquía de la Santa Madre Iglesia Católica española en sus ilegítimas reivindicaciones; decepciona, porque se empeña a toda costa en buscar un consenso con el neofranquista Partido Popular, que no tiene otra intención que recuperar el poder al precio que sea, incluidas falacias de diversos calibres, utilización de víctimas, presión de la Santa Madre Iglesia o lo que se tercie.
Permítanme que les esclarezca que denomino neofranquistas a los ‘populares’ hasta que los hechos de este partido demuestren otra cosa; lo que no significa que todos sus miembros sean neofranquistas de facto, como sí parecen serlo (por sus frutos los conoceréis decía aquel valeroso muchacho galileo) la mayor parte de los miembros de su cúpula directiva, es decir, los que cortan el bacalao.
Esta situación me recuerda una de esas deliciosas majaderías que se utilizan con lo niños más chicos. Es esa en la que los padres de la criatura se ponen ante la misma con los brazos abiertos y le preguntan al retoño. ¿A quién quieres más, a papá o a mamá? Habitualmente, el niño se lanza en los brazos de uno y después del otro. Bueno, pues imagínense que papá es un probado maltratador de criaturas y mamá, una borracha que abandona a sus hijos. En esa situación, un niño sensato se daría la vuelta y diría o pensaría: “Anda y que os den morcilla; yo me voy con los abuelos”, por ejemplo. Lo malo es que nosotros, sufridos ciudadanos y ciudadanas españolitos, no podemos irnos a casa de los abuelos. No podemos decir (un suponer); nos vamos todos a Andorra, a Noruega o a Islandia.
Pero lo cortés no quita lo valiente y el hecho de que el PSOE empiece a ser decepcionante no quita que el PP sea lo que es, ni tampoco que apenas huelan la cultura y espíritu democráticos, salvo en el uso de una retórica penosa, reiterativa y cansina de palabras huecas.
Aprovecho esta coyuntura para desearles que ustedes tengan una buena entrada de año 2007, por lo menos la entrada, porque en el resto del año que se avecina, de momento pintan bastos.
¡Que la fuerza los acompañe!
sábado, 30 de diciembre de 2006
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